jueves, 13 de agosto de 2009

Adoro te, devote



Te adoro con devoción, Dios escondido, oculto verdaderamente bajo estas apariencias. A ti se somete mi corazón por completo, y se rinde totalmente al contemplarte.

Al juzgar de ti se equivocan la vista, el tacto, el gusto, pero basta con el oído para creer con firmeza; creo todo lo que ha dicho el Hijo de Dios; nada es más verdadero que esta palabra de verdad.

En la cruz se escondía sólo la divinidad, pero aquí también se esconde la humanidad; creo y confieso ambas cosas, y pido lo que pidió el ladrón arrepentido.

No veo las llagas como las vio Tomás, pero confieso que eres mi Dios; haz que yo crea más y más en ti, que en ti espere, que te ame.

¡Oh memorial de la muerte del Señor! Pan vivo que da la vida al hombre; concédele a mi alma que de ti viva, y que siempre saboree tu dulzura.

Señor Jesús, bondadoso pelícano, límpiame, a mí, inmundo, con tu sangre, de la que una sola gota puede liberar de todos los crímenes al mundo entero.

Jesús, a quien ahora veo escondido, te ruego que se cumpla lo que tanto ansío: que al mirar tu rostro ya no oculto, sea yo feliz viendo tu gloria. Amén.

3 comentarios:

  1. Vamos a sacar mi sensiblería. Todos los cantos eucarísticos me emocionan profundamente. Siempre siento una consolación y alegría interior que me parece estar en el cielo. El Adorote devote es una piza bellisima.

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  2. Sí, es bellísima. Y buena costumbre recitarlo los jueves, que para eso es el día dedicado a la Eucaristía.

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  3. Adorote devote!!! Muchas veces lo he cantado y siempre quedo estupefacto...

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