domingo, 9 de agosto de 2009

La coherencia de un hombre público

Vivío a caballo entre los siglos XV y XVI, pero en la situación político-social que le tocó vivir podrían verse reflejados muchos hombres públicos de hoy en día.

Tomás Moro, de un profunda formación humanista y arraigada vida de piedad, fue nombrado por Enrique VIII "Lord Canciller". Además de contar con la amistad personal del monarca. Amistad que le llevó preso a la Torre de Londres, y de ahí al martirio.

Tomás Moro no cedió a las pretendiones del rey de querer divorciarse de Catalina de Aragón; y se negó a firmar el Acta de Sucesión y Supremacía por la que el rey se proclamaba cabeza de la Iglesia Anglicana. Por esta alta traición fue llevado a presidio y condenado a muerte.

Durante su presidio, varios emisarios -como su hija Meg o su mujer- fueron enviados para animarle a ceder ante el rey. Él siempre se negó a renunciar a su fe y ser desleal con Dios, aún cuando esta decisión le costase la vida.

No perdió el tiempo durante sus últimos días, manteniendo correspondencia con su hija Meg, con quien tenía gran confianza.

Finalmente, fue decapitado en 1535. Dirigió estas palabras a los que allí se encontraban presentes: "El buen servidor del rey, pero primero Dios"

En 1966 Fred Zinnemann dirige una película sobre su vida: Un hombre para la eternidad, que refleja muy bien la personalidad de este hombre santo, que nunca perdió el sentido del humor, aún a un paso de la muerte.




1 comentario:

  1. Tomás Moro. Que hombre tan estupendo. Vale la pena leer su biografia. Su amor a Dios, a la patria , a la Iglesia, a su familia. En especial son de una belleza extraordinaria las cartas escritas desde la torre de Londres cuando esperaba su muerte

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