sábado, 5 de diciembre de 2009

Dando la cara


Cuentan de un alumno que empezaba a estar harto de su profesor de literatura, un personaje que, al parecer, sufría algún tipo de fijación sexual, ya que no pensaba en otra cosa y le gustaba amenizar las clases con chistes subidos de tono y procacidades cada vez más explícitas vinieran o no a cuento. Los chicos, naturalmente, le reían las gracias, pero no todos.

En cierta ocasión preguntó si alguien podría recitar de memoria una décima o espinela. Aquel alumno pensó que había llegado el momento de dar la nota. Levantó la mano, se puso en pie y, muy lentamente, mirando a los ojos del profesor, recitó una décima perfecta y bien conocida:


Bendita sea tu pureza
y eternamente lo sea,
pues todo un Dios se recrea,
en tan graciosa belleza.
A Ti, celestial princesa,
Virgen Sagrada María,
yo te ofrezco en este día,
alma vida y corazón.
Mírame con compasión,
no me dejes, Madre mía.


Se hizo un silencio denso e incómodo. El profesor carraspeó y cambió rápidamente de tema.

1 comentario:

  1. Más que impresionado me ha dejado este ejemplo maravilloso.Precisamente, dentro de las aulas, no todas está claro, se maneja cierto doble sentido en cuestiones tan singulares como una clase teológica. "dar la cara" eso es...

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