jueves, 21 de enero de 2010

Dios en Haití



Entiendo que es difícil opinar desde la distancia y con todas las comodidades en un hogar confortable del primer mundo. A los que se preguntan que dónde estaba Dios cuando Haití sufrió el terremoto, les digo que Dios estaba allí. La salida cómoda ante cualquier desgracia es echarle la culpa a Dios. Él cuenta con nuestra libertad, no siempre bien empleada, lo que acarrea consecuencias nefastas.
Lo recordaba Benedicto XVI el pasado 11 de enero al Cuerpo Diplomático ante la Santa Sede: "La negación de Dios desfigura la libertad de la persona humana, y devasta también la creación. Por consiguiente, la salvaguardia de la creación no responde primariamente a una exigencia estética, sino más bien a una exigencia moral, puesto que la naturaleza manifiesta un designio de amor y de verdad que nos precede y que viene de Dios"

Dios estaba y sigue en Haití, esperando que ejerzamos la libertad responsable de ser sus brazos y sus manos. Está en los heridos, en los que luchan por sobrevivir, en la cantidad de gente, (gran parte de ellos, misioneros católicos) que están dejándose la piel por salvarlos. Mientras, el "primer mundo" desde su comodidad, le echa la culpa a Dios.

3 comentarios:

  1. Lo fácil es echar la culpa a Dios.
    Pero la culpa nos la podemos repartir entre muchos,todos los que miramos a otro lado ante las injusticias sociales, la explotación de los paises desarrollados o el amparo de dictadores que huden a sus pueblos.
    ¿Dios?...menos mal que echa una mano con sus misioneros, sus toques de conciencia...si es que no le dejamos.

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  2. Hago mio el comentario de Inés, iba a decir lo mismo.
    Un abrazo

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