viernes, 16 de noviembre de 2012

Abuelo


El abuelo era blanco; conocía
dos cuevas y sabía seguir huellas de lobo.
La abuela era menuda y tibia como un nido:
jugábamos a pájaros con ella.

... Y, alrededor, los dos llevaban como
un contorno de campos y palomas:
cruzaban el umbral y parecía
que con ellos entraba el verano en la casa;
al contarnos los cuentos, en sus voces
oíamos molinos y cuervos alejándose
y hasta en las mismas ropas nos traían
un recuerdo fragante, un recuerdo lluvioso
del heno y la retama...

... Y el abuelo, qué manos de valiente,
qué venas, retorcidas como parras;
las ganas que me daban
de cumplir en un día sesenta y cuatro años
para tener dos manos como aquéllas...

Luego, la abuela, aquellas zapatillas
de nube que llevaba,
aquel ir y venir, como volando,
de la escoba al misal, de sus gallinas
a las sábanas frescas,
de la labor de lana a los geranios,
del pan a las mejillas de sus nietos...
que entonces, suavemente, quedábamos dormidos
creyendo que la abuela no se acostaba nunca.

(Miguel d'Ors)


6 comentarios:

  1. Suerte los que han conocido a los abuelos. Yo no los conocí y creo que hay una deficiencia en mi vida. Algo me ha faltado.
    Un abrazo

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Begoña, yo tampoco conocí a los míos, y como bien dices, algo me ha faltado. Creo que son fundamentales en la vida de un niño.
      Un abrazo también para ti.

      Eliminar
  2. Qué bonito. Los recuerdos de la infancia de los abuelos son maravillosos, es una relación muy especial.
    Yo recuerdo a los míos (uno ya ha fallecido) con mucho cariño...lástima que crezcamos y entonces veamos realmente al otro, muchos mitos se caen y el de los abuelos es uno de esos que debería serguir vivo.

    Tengo un post especial para los abuelos en proceso, suscitado por el cariño tan especial que veo entre mi hijo mayor y mi padre desde prácticamente que nació el pequeño. Me emociona tanto que no logro desmigarlo para exponerlo. Todo se andará.

    Besitos!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Clo, estoy deseando leer ese post sobre los abuelos.
      A mí me daba mucha envidia de mis primos. Tenían un abuelo blanco, como el de este poema.
      No tengo hijos, pero sí que veo la relación de mis sobrinos con mi padre, es algo mágico. Muy distinto a la de padre-hijo.
      A mis abuelas las perdí cuando yo era adolescente, y no me dio tiempo a que "se me caayera el mito", eran admirables, la verdad. Y creo que perderlas ha sido uno de los golpes más duros de mi vida.
      Un beso, amiga. Y gracias por tu visita.

      Eliminar
  3. ¡Qué poema más bonito! La relación con los abuelos es muy entrañable; pasé mucho tiempo a su lado, sobre todo con mi abuela Rosa, la madre de mi madre, era una persona muy especial, dulce y con mucho sentido del humor, me lo pasaba muy bien con ella, me gustaba mirarla, era muy buena. Cuando se fue también fue muy duro, estuve mucho tiempo soñando con ella y me despertaba sobresaltada y a veces llorando, la quería mucho.

    A mis otros abuelos también; la madre de mi padre, Epifanía, tenía mucho carácter pero era muy tierna con todo el mundo, siempre ayudando, era además muy graciosa, nos hacía reír con sus ocurrencias...en fin, me ha encantado esta entrada. Uno de mis abuelos murió cuando era pequeña, apenas le recuerdo y el otro murió a los 95 años, con sus facultades mentales intactas. Era la rectitud personificada, muy honrado, me imagino muchas veces lo que diría ahora... les recuerdo con mucho cariño.

    Mucha gracias. Me ha encantado.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Qué suerte tuviste, Rosa, de conocerlos a los 4. Es muy bonito lo que cuentas. M eencanta comprobar que todo el mundo guarda recuerdos preciosos de su abuelos.
      Un abrazo, amiga.

      Eliminar

Los mensajes de valientes anónimos no serán publicados en este blog.