He aquí, había en Jerusalén un hombre llamado Simeón, y este hombre era justo y piadoso; esperaba la consolación de Israel, y el Espíritu Santo estaba sobre él. A él le había sido revelado por el Espíritu Santo que no vería la muerte antes que viera al Cristo del Señor. Movido por el Espíritu, entró en el templo; y cuando los padres trajeron al niño Jesús para hacer con él conforme a la costumbre de la ley, Simeón le tomó en sus brazos y bendijo a Dios diciendo:
Rembrandt: Presentación de Jesús en el templo. |
Ahora, Señor, según
tu promesa,
puedes dejar a tu siervo irse en paz.
Porque mis ojos han visto a tu Salvador,
a quien has presentado ante
todos los pueblos:
luz para alumbrar a las
naciones
y gloria de tu pueblo Israel.
¡Qué bien leer este cántico!, y de un hombre justo y piadoso, como Simeón. Muy bonito.
ResponderEliminarGracias. Un beso.
Gracias, Rosa, besos.
EliminarLuz para alumbrar a las naciones.
ResponderEliminarEste cántico es precioso, lleno de gozo Simeón por haber visto al Salvador.
Un abrazo enorme Quartier, ya os estaba echando de menos.
Aunque he seguido leyendoos eh, pero desde el móvil y desde ahí ni comento ni posteo...o lo hago poco (y mal, qué nerviosa me pone!).
ResponderEliminar¡Qué sorpresa, Clo! Yo sí que te echaba de menos. Deduzco que estás sin pc.
EliminarEntiendo lo que dices del móvil, porque también estoy haciéndome a él y no me gusta nada.
Espero que estéis todos bien.
Besos.
Estamos muy bien, gracias a Dios. Y gracias a ti por tu interés.
EliminarUn abrazo!!