Las ciudades enseñan un modo de hablar solo.
Ocurre a cierta edad,
cuando el regreso pone en cada esquina
una melancolía con los ojos cansados,
y el tiempo se confunde con un precio
que los años acuerdan
para subir al cuarto de un hotel.
No he querido juzgar.
No sé. La vida es cara
y resultan baratas las falsificaciones.
Si regresé a París
para entender la juventud de hoy,
no tardé en encontrar
olor a lluvia de mis veinte años
en un día sin nubes.
Y caminaba solo,
hablando para mí detrás de mí,
como el hombre maduro que sonríe
al mirar lo que pasa por la calle.
La juventud ajena no se entiende
desde la propia juventud.
Si alguna vez en Buenos Aires quise
hablar de Europa
y de literatura,
sentirme sabio y profesor
como en el mes de octubre del año 83,
no tardé en admitir
que me faltan doctores que citar con orgullo.
Y dejé la velada
igual que el ignorante fatigado
que habla solo camino de la puerta.
Fui pisando mis dudas
en la madera de los escalones.
Si he vuelto a La Habana,
si me quedé conmigo
en este malecón de los vientos cruzados,
fue porque nunca supe
discutir de política sin mirar a los ojos.
Para seguir al lado de la gente,
mis palabras huyeron de los himnos,
escondidas y débiles de la murmuración
de hombre que habla solo.
Allí donde la música tiembla sobre la piel,
se oxidan las canciones.
Ocurre a cierta edad.
Las ciudades enseñan un modo de hablar solo.
Yo dejo en las palabras un barco de papel,
como cuendo era niño
y miraba la historia detenida
morir de luz y de agua verde
sobre los ríos de Granada.
(Luis García Montero. Vista cansada)
Una descripción bella y profunda. personalmente, las ciudades sí me hablan, y me gusta detenerme a contemplar su peculiar paisaje. Pero mi canción, mi poesia y mi reflexión sería siempre para el campo verde, lleno de flores, pájaros, insectos y con una gran variedad de colores. Es aquí donde estoy en un fragmento del paraíso, imposible no pensar en Dios. Uyyyyyyy... que me voy . Gran foto la que has elegido.
ResponderEliminarAngelo, pareces Francesco con fratello sole, sorella luna. En cambio a mi el campo... para un ratito solo y muy de vez en cuando. El cemento también me lleva a Dios (sobre todo si el mar está cerca). Es lo bueno de que Él esté en todas partes.
ResponderEliminarCi vediamo, fratello!
Me encantó en su momento Fratello sole, sorella luna, ahora lo encuentro un pocquito cursi. Las versiones de Clara y Francisco y Francisco de Asís ( Michelle Soavi) son una maravilla de contemplación. Ummmmm estoy de cemento en mi ciudad hasta..... el alcalde socialista, quitó todos los parques infantiles que tenían abetos y árboles y los ha cambiado por grandes plazas para patinar y pegarse trompazos con el skateboard. O sea que de relajarse nada de nada. ¡son los amos!
ResponderEliminarPara ver el mar necesito ir a 40 kilómetros. Así que prefiero el santuario a la Virgen que está a las afueras y hay un gran bosque.