Una canción de 1931, popularizada por el cine de Hollywood, y al mismo tiempo una reflexión sobre el relativismo y la relatividad a partir de la teoría de Einstein.
En 1931 una canción, As Time Goes By, logró estar veintiuna semanas en la lista de los mayores éxitos de Estados Unidos. Procedía de un recién estrenado musical de Broadway y la interpretaba Rudy Vallee, estrella de la radio, el musical, y el cine americanos, una especie de precursor de los Frank Sinatra o los Elvis Presley en la época de la gran depresión económica. Esta canción, con letra y música de Herman Hupfeld, que triunfó efímeramente hace setenta y cinco años, adquiriría después un rango más universal gracias al film Casablanca, en el que servía de hilo conductor al amor imposible de Rick e Ilsa, personajes a la medida de Humphrey Bogart e Ingrid Bergman. La continua difusión de la película a lo largo de seis décadas contribuyó también a la popularidad del tema musical, grabado además por infinidad de intérpretes.
Sin embargo, la Warner Bros omitió en Casablanca la letra introductoria de As Time Goes By, quizás para no distraer de la tensión dramática originada por la interpretación del inolvidable pianista Sam (Dooley Wilson) o simplemente por no querer detenerse a reflexionar sobre una letra que en cierta medida es reflejo de la inseguridad que flotaba en el aire en 1931, tanto en Estados Unidos como en Europa, tanto en el ámbito interno como en el internacional. Y es que realmente el mundo era realmente más alegre y confiado antes de 1914, orgulloso como nunca de los progresos de la ciencia y la técnica. Era la época de la segunda globalización, marcada por la ascensión de los imperios coloniales, en la que ni la carrera de armamentos ni las frecuentes crisis internacionales terminaban por inquietar a quienes desayunaban rutinariamente con aquellas noticias de prensa.
En cambio, en 1931 las cosas eran muy diferentes: había miedo a que se repitiera una guerra –por no decir una carnicería- de alcance mundial; había miedo a las revoluciones, a los nacionalismos agresivos, a la pobreza, al paro indefinido... Por lo demás, la gente estaba asistiendo a aquellas alturas del siglo XX a cambios vertiginosos y se echaban de menos asideros a los que sujetarse como en tiempos pasados. El azar y lo relativo irrumpían con fuerza en las conciencias, tal y como sucede en estos inicios del siglo XXI, aunque había una diferencia sustancial: en 1931 brotaban temores y presagios ante peligros más o menos cercanos, y actualmente muchos quieren creer que vivimos en el mejor de los mundos posibles, un mundo de autosatisfacción y barroquismos sin contenidos.
Con todo, Herman Hupfeld, el autor de As Time Goes By, desconfiaba de las novedades de aquel momento, pues denunciaba en la letra que las novedades aceleradas le causaban aprensión, que el progreso técnico le inquietaba y hasta la posibilidad de una cuarta dimensión; y terminaba por hacer responsable de su desasosiego a la teoría de Einstein a la que calificaba de “trifle weary”, una bagatela fastidiosa. Seguramente Hupfeld confundía –como algunos siguen haciendo hoy- la relatividad con el relativismo moral, un malentendido que Einstein trató de aclarar inútilmente toda su vida. Desde luego, no era un relativista quien afirmaba que Dios no juega a los dados, quien se rebelaba contra la pretensión de considerar que la realidad última no es necesariamente el resultado de causas exactas y que vivimos en un mundo en que lo impredecible –lo incausado- sucede constantemente. Tampoco estaba de acuerdo Einstein con quienes afirmaban que la realidad sólo existe cuando tenemos contacto con ella o, incluso, que somos nosotros los que hacemos que aparezca. De ahí hay un paso para proclamar que cada “cuerpo” sirve para llenar el universo, y tampoco es extraño que en aquella época de entreguerras Paul Valéry se refiriera a la “civilización de los solos”, a la que, por cierto, su esteticismo le hacía pertenecer. Pero la mentalidad relativista ha calado profundamente entre las masas y los individuos, y ha supuesto que nadie quiera escuchar a oráculos que prediquen responsabilidades, que hablen de los posibles efectos de nuestras acciones y nos aporten prueban concluyentes porque el mero hecho de prestarles oídos se considera como una restricción de nuestra capacidad de elegir. Conviven paradójicamente los dogmas de que somos prisioneros del destino y de que nuestra libertad carece de límites.
Frente a las incertidumbres del futuro y el relativismo arrollador, Herman Hupfeld se aferraba en su canción a la existencia de algo permanente, que entonces acaso no se considerara tan relativo: el amor entre un hombre y una mujer, una historia tan vieja y nueva como el mundo, en la que todo es más sencillo que todas las teorías alambicadas: “A kiss is just a kiss, a sigh is just a sigh”.
* Por Antonio R. Rubio Plo
Historiador y analista de relaciones internacionales
"As Time Goes By"
[This day and age we're living in
Gives cause for apprehension
With speed and new invention
And things like fourth dimension.
Yet we get a trifle weary
With Mr. Einstein's theory.
So we must get down to earth at times
Relax relieve the tension
And no matter what the progress
Or what may yet be proved
The simple facts of life are such
They cannot be removed.]
You must remember this
A kiss is just a kiss, a sigh is just a sigh.
The fundamental things apply
As time goes by.
And when two lovers woo
They still say, "I love you."
On that you can rely
No matter what the future brings
As time goes by.
Moonlight and love songs
Never out of date.
Hearts full of passion
Jealousy and hate.
Woman needs man
And man must have his mate
That no one can deny.
It's still the same old story
A fight for love and glory
A case of do or die.
The world will always welcome lovers
As time goes by.
Oh yes, the world will always welcome lovers
As time goes by.
Herman Hupfeld
© 1931 Warner Bros. Music Corporation, ASCAP
Todavía le estoy dando vueltas a la definición de libertad de Zapatero en el Desayuno de Oración. Nos ha tocado en suerte un comunicador muy hábil, que falsea la verdad sin ningún remordimiento.
ResponderEliminarEstoy de acuerdo en que estamos sumergidos en el relativismo y tan felices, sin ser conscientes de que ese es el gran mal de nuestro tiempo.
Un abrazo
Fantástica interpretación, me gusta mucho la versión de Barbra Streisand. Ciao cara. Uniti oggi insiema a la madonna.
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