Hablar mal de alguien equivale a venderlo. Como hizo Judas, que vendió a Jesús por treinta denarios. Y precisamente partiendo del pasaje del Evangelio de Mateo que anuncia la traición de Judas Iscariote, en la breve homilía de la misa celebrada el miércoles 27 de marzo en la capilla de la «Domus Sanctae Marthae», el Papa Francisco puso en guardia ante la crítica y murmuración. Con una invitación explícita: «Nunca hablar mal de otras personas».
Anthony Van Dyck, (1599-1641): El beso de Judas, 1620 |
El Papa quiso hacer una reflexión sobre el gesto realizado por Judas, uno de los amigos de Jesús, que no duda en venderlo a los jefes de los sacerdotes. «Jesús es como una mercancía: es vendido. Es vendido en aquel momento -subrayó- y muchas veces también en el mercado de la historia, en el mercado de la vida, en el mercado de nuestra vida. Cuando nosotros optamos por los treinta denarios, dejamos a Jesús de lado».
Cuando hablar se convierte en habladuría, murmuración, -según el Papa- «esto es una venta» y la persona que está en el centro de nuestra murmuración «se convierte en una mercancía. No sé por qué -dijo el Pontífice- pero existe una alegría oscura en el chisme». Se comienza con palabras buenas, «pero luego viene la murmuración. Y se empieza a despellejar al otro».
Deberíamos pensar que cada vez que nos comportamos así, «hacemos la misma cosa que hizo Judas», que cuando fue a los jefes de los sacerdotes para vender a Jesús, tenía el corazón cerrado, no tenía comprensión, no tenía amor, no tenía amistad.
Así, el Papa Francisco volvió a uno de los temas que él más quiere, el del perdón: «Pensemos y pidamos perdón», porque aquello que hacemos al otro, al amigo, «lo hacemos a Jesús. Porque Jesús está en ese amigo». Y si nos damos cuenta de que nuestro hablar puede hacer mal a alguien, «recemos al Señor, hablemos con el Señor de esto, por el bien del otro: Señor, ayúdale».
No debo ser yo -concluyó- quien «haga justicia con mi lengua. Pidamos esta gracia al Señor».
Al término de la celebración el Santo Padre se recogió en oración al fondo de la capilla. Después esperó a todos los presentes a la salida, para saludar a cada uno: para todos una palabra, una sonrisa, un aliento y una felicitación por la inminente Pascua.
Fuente: L’Osservatore Romano.
Señor, qur no haga justicia con mi lengua! Me ha encantado esa forma de pedírselo, es tan fácil murmurar.
ResponderEliminarMe ha recordado a un video que ví del Papa en Argentina, saludandoy bendiciendo a gente, había unas señoras y les decía:
"no critiquéis a las vecinas"
Me encantó! me.sentí muy denunciada.con ellas, y me gusta que en unas palabras tan sencillas pueda decir justo lo que alguien necesite oir.
Realmente somos responsables de nuestras palabras.
EliminarY ya se ve que el Papa siempre tiene la palabra adecuada.
Esta entrada es una maravilla. Estoy leyendo con calma, y esto es "tela", para meditarlo bien y aplicarlo. Muy claro.
ResponderEliminarUn beso.
Sí que lo es, Rosa. Cuanto más leo o escucho al Papa Francisco, más me ayuda.
Eliminar¡Feliz Pascua!
Besos.