miércoles, 16 de octubre de 2013

Una vuelta de tuerca

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viernes, 11 de octubre de 2013

La piloto de Fórmula 1 y su encuentro con Dios

Hoy que conocemos la triste noticia del fallecimiento de la piloto de Fórmula 1, rescato este artículo de
Javier Lozano en Religión en libertad.com.

María de Villota estaba cumpliendo su sueño desde niña, pilotar un Fórmula 1. Con una prometedora carrera por delante ya era piloto probador del equipo Marussia. El pasado 3 de julio estaba realizando en el aeródromo británico de Duxford distintas pruebas aerodinámicas al monoplaza de su escudería cuando tuvo un terrible accidente que cambió su vida. Chocó contra un camión y su casco quedó hecho añicos. 

Estuvo a punto de morir, perdió el ojo derecho y tras varias operaciones lleva seis placas de titanio en la cabeza. Su sueño de ser piloto titular y emular a su padre se ha desvanecido pero lejos de venirse abajo ha visto la mano de Dios en todo este tiempo y asegura que el accidente le ha cambiado de manera radical la forma de ver la vida. Su accidente conmocionó al mundo y su recuperación es todo un ejemplo de superación ante la adversidad. 

El pasado 13 de enero cumplió 33 años y en una entrevista en el programa ´El Partido de las 12’ de COPE, María confesaba que “nunca he soplado las velas con tantas ganas. La felicidad es algo muy sencillo. Siempre me ha gustado mirar hacia delante”. 


El papel de Dios en su recuperación.

Sin embargo, en este duro proceso desde que sufrió el terrible accidente ha experimentado una fuerza sobrenatural. “Cuando paseo por la calle la gente me dice que ha rezado mucho por mí. Se lo agradezco. Cuando volví un primo mío falleció y yo no. Dios ha jugado un papel muy importante en mi recuperación”, afirmaba María de Villota

Su hermana Isabel estaba presente cuando María chocó contra el camión y meses después explicó en la revista Hola cómo hubo una mano divina en todo este suceso. Ella llegó la primera al lugar del accidente: “intenté sacar el coche de debajo, empecé a gritar, hasta que vinieron todos los mecánicos. A mí me separaron del coche y ya no me dejaron volver a donde estaba María

Isabel recuerda que “no paraba de preguntar: ¿está muerta?, ¿está muerta?, y ellos me decían: “no lo sabemos”. Entonces fue cuando me tiré al suelo de la pista, me puse a rezar como una condenada y, al cabo de los angustiosos minutos que pasó inconsciente, alguien dijo: ‘se está moviendo’. Y yo pensé: ‘gracias Dios mío’

Una señal de Dios

 La hermana de la piloto considera que no estaba con ella en esas pruebas en Reino Unido por casualidad. “Fue como una señal de Dios, porque sentí que tenía que ir”. María lo ve así también: “estoy segura de que, desde el momento que llegó al coche, la oración, las decisiones que tuvo que tomar en el hospital, todo lo hizo con tanta eficacia…”. 

Recordando esos momentos, Isabel siguió contando hechos para ella inexplicables. Relataba que María no podía tomar ciertos fármacos. “Estando como estaba, le pregunté: María, ¿a qué eres alérgica?, sin tener la menor esperanza de que me respondiera, como si le estuviera haciendo una pregunta a Dios, y ella respondió: pirazolonas”

“Ahora veo más que antes” 

María ha experimentado un cambio importante en su interior y no sólo físico debido al accidente en todos te das cuenta de que ves más que antes. Yo antes sólo veía la Fórmula 1, sólo me veía encima de un coche compitiendo y no veía lo que realmente era importante en mi vida”. Por ello, recuerda que “no tengo un ojo, no tengo olfato, pero tengo por delante otro ojo y el tacto”. 
estos meses. Confiesa que “

Aceptar su situación no fue fácil al principio pero su virtud fue buscar consuelo en quien podía dárselo. “El primer día que me miré en el espejo tenía 104 puntos en la cara, negros, que parecían cosidos con cuerda náutica y había perdido el ojo. Quedé aterrada”

En ese primer instante pensó en quién iba a quererla así. Pero pronto ese mal pensamiento cambió al llegar al convencimiento de que las personas que están a su alrededor “me han querido para esta vida y para cubrir la que viene ahora”. 

“Llevo mi historia con cariño y orgullo” 

De hecho, hay una frase que define a la perfección cómo ha afrontado María este trauma: “mi aspecto de ahora dice mucho más de quien es María de Villota que el aspecto anterior. Llevo mi historia y la llevo con muchísimo cariño y orgullo”. En este sentido, la joven piloto española afirma que “la primera sensación que tuve después del accidente fue negativa porque necesitaba los dos ojos, pero tardé muy poquito en ver todo el resto”. Fue ese encuentro con el sufrimiento humano lo que le llevó a cambiar de actitud. Darse cuenta de que a pesar de todo debía estar agradecida con el don de la vida. “He coincidido con gente que lo ha pasado muy mal. Al final hay que disfrutar de lo que tienes porque no hay más. Disfrutar de las cosas pequeñas. Esa pizca de humor es necesaria para seguir adelante. Voy a dar toda esa energía”. 

Sus nuevos retos

Ahora que ya no va a poder competir a nivel profesional, María de Villota quiere afrontar tres retos. Por un lado afirma que seguirá ligada al mundo del motor, “al que adoro”. El segundo, es el de los enfermos puesto que “estoy en el bando de los que están malos. Después de ver que hay gente que los pasa tan mal, yo tengo que hacer algo”. Por eso, colabora activamente en la Fundación Ana Carolina Díez Mahou, que ayuda a enfermos neuromusculares mitocondriales. En un tercer lugar está ayudar a la mujer, conseguir que una llegue a ser titular en la Fórmula después de que ella se quedase a las puertas. En la vida, dice contenta, “¡¡todavía hay que pelear por muchas cosas!!”.

miércoles, 2 de octubre de 2013

Ángeles Custodios

Entre los primeros cristianos, la devoción a los ángeles estaba profundamente arraigada. 

Tenían con ellos un trato de confianza y de amistad que llama poderosamente la atención. Experimentaban a diario su ayuda y su colaboración: acudían a su intercesión con la confianza firme de su segura protección y auxilio. 

Guercino, 1622
Una muestra de la ayuda que experimentaron por parte de estos mensajeros de Dios y amigos de los hombres, es el episodio de San Pedro, mandado apresar por Herodes Agripa, vigilado por cuatro escuadras de soldados, y liberado prodigiosamente por un Ángel, mientras la Iglesia oraba incesantemente por él (Hechos 12, 4). 

Desde los comienzos de la Iglesia, lo repite con frecuencia Orígenes en la primera mitad del siglo III, se ha vivido la devoción al Ángel de la Guarda de cada persona:
Mas también el ángel particular de cada cual, aun de los más insignificantes dentro de la Iglesia, «por estar contemplando siempre el rostro de Dios que está en los cielos», viendo la divinidad de nuestro Creador, une su oración a la nuestra y colabora, en cuanto le es posible, a favor de lo que pedimos.
(ORÍGENES, Tratado sobre la oración, 11,1-5).
Pietro da Cortona, (1596–1669)

Es probable que cuando estamos congregados muchos para dar gloria a Dios, esté el Ángel de cada cual alrededor de quienes sirven al Señor, junto con aquella persona cuya guarda y custodia se le ha confiado; de suerte que se puede hablar de una doble asamblea de santos: una de hombres y otra de ángeles. 
(ORÍGENES, Tratado sobre la oración, 30, 5).

Es una verdad fundada en la infalible autoridad de la Escritura, que los Ángeles están establecidos sobre nuestra conducta y que ofrecen todos los días a Dios las oraciones de los que son salvos por Jesucristo. (San Hilario de Poitiers, Comentario a San Mateo, 18).

También San Jerónimo, a finales del siglo IV, nos habla sobre la realidad del Ángel de la Guarda
Los Ángeles ven continuamente el rostro del Padre celestial. Grande es la dignidad de las almas, pues tiene cada una desde el instante en que nace un Ángel designado por Dios para su guarda
(San Jerónimo, Comentario a San Mateo, 18, 99).

Extraído de primeroscristianos.com