lunes, 28 de marzo de 2011

Habla el asesor de Encontrarás Dragones



Por Pablo J. Ginés en www.larazon.es

El padre John Wauck es sacerdote de la prelatura del Opus Dei. Nació en Chicago, estudió Historia de la Literatura en la Universidad de Harvard y trabaja como profesor de literatura y comunicación de la fe en la Universidad Pontificia de la Santa Cruz, en Roma.

Pero de junio a octubre de 2009 pudo vivir una experiencia inusual: fue asesor en Argentina del rodaje de Encontrarás Dragones, la película de Roland Joffé ambientada en la Guerra Civil española en torno a la figura de San Josemaría Escrivá de Balaguer.

- ¿Cómo es que Roland Joffé le reclutó para el rodaje?

- Cuando filmó La Misión tuvo dos asesores jesuitas y le fue bien. Creo que incluso se llevaron a Jeremy Irons de retiro. Para esta película necesitaba alguien del Opus Dei. Después de escribir el guión, Roland pasó por Roma, nos conocimos, me invitó a ayudarle en el rodaje en Argentina, y allí estuve todas mis vacaciones de verano.

- ¿Cuál era su función?

- En la película aparecen bastantes sacerdotes: un oficial vaticano, un obispo de los años 30, curas... Interpretar una misa requiere hacer una serie de gestos concretos, no vale cualquier gesto. También confesar lo requiere. El guión sólo recoge diálogos, no describe los gestos. Eso es lo que yo explicaba. Los decorados, poner una Virgen del Pilar, por ejemplo, no era cosa mía. Pero sí las palabras, los gestos del clero, la forma de ser... Por ejemplo, pasé una semana viviendo con Charlie Cox, que interpreta a San Josemaría. Es algo que Roland ya probó con éxito con Jeremy Irons en La Misión, ponerlo a vivir con los jesuitas.

- ¿Sabía Charlie Cox de cosas de la fe?

- Charlie es católico, aunque él mismo se define como "no especialmente practicante". Es una persona muy abierta. Es curioso que se le da muy bien llevar una sotana, le salió bien a la primera. ¡No es tan fácil!

- ¿Presidió alguna misa en el set de rodaje?

- Sí, algunas, en los camiones, esos que se ven en la película, cuando rodábamos en zonas de campo remotas, lejos de todo. Una vez vino Wes Bentley, que es hijo de ministros protestantes, con curiosidad, muy abierto. Y nuestro experto en acentos, que es judío. También fuimos a misa al Santuario de Luján, importantísimo en Argentina. Para mí era raro estar en un rodaje, y para ellos era inusual tener un cura alrededor.

- ¿No le parece curioso que con 7.000 mártires españoles de esa época, la primera película sobre la persecución de los años 30 la protagonice un cura que no fue martirizado?

- Bueno, no es una película sobre los mártires de la época. Es una historia moral sobre los dragones, los de nuestro interior, que quizá son los peores, pero también los exteriores. Hay una apuesta: ¿tiene el dolor, el mal, un significado? Pero lo curioso es que esta película la haga un inglés ex-trostkysta, no creyente y de izquierdas como Roland Joffé.

- Y judío.

- No es judío. Ya sé que alguna prensa española lo ha dicho. Creció en la familia de Jakob Epstein, que era judío, pero era su abuelo adoptivo, no de sangre. Roland no tuvo ninguna formación en la fe cristiana ni tampoco en la judía.

- Así que el tema clave ¿es el misterio del mal?

- Fijémonos en cómo empieza: con la muerte en las familias, las hermanas de Josemaría, su padre, el padre de Manolo... La reacción de ambos huérfanos ante la pérdida es distinta. El niño Josemaría cobra conciencia de Dios con las huellas del monje descalzo en la nieve. Otro tema es cómo gestionar la culpa. ¿Cómo enfrentan sus culpas la revolucionaria húngara Íldiko y el anarquista Oriol? Fuertes, generosos... pero acaban mal, pierden el sentido de la vida ante el dolor, no saben gestionar el reto del mal. San Josemaría, en cambio, puede responder al reto, mediante la penitencia, por ejemplo.

- ¿Y esa escena del anciano judío moribundo en Barbastro? El joven cura Josemaría ¿ni siquiera intenta predicarle a Cristo?

- Esa escena no es histórica. La película no pretende ser un documental histórico. Y si nos fijamos, San Josemaría empieza a hablarle de Cristo pero el anciano le interrumpe. Dice: "Dios no me rechazará, ¿no?" Y luego rezan juntos. Es una escena imaginaria, aunque, claro, queda la pregunta de cómo un santo debe tratar a un judío agonizante. Es un tema delicado y aún no me habían preguntado por él. El actor es Derek Jacobi, el que protagonizó, Yo Claudio, un gran actor shakespeariano.

- ¿Habló de cosas espirituales con Olga Kurylenko, la guapa protagonista?

- No mucho. Ella es ucraniana y creo que ortodoxa, pero no practicante. Me contó que el cura católico de su pueblo, en Ucrania, cuando supo que iba a rodar la película, le regaló un ejemplar en polaco de Camino, el libro de San Josemaría.

- ¿Cree que alguien creció espiritualmente en el rodaje?

- Sin duda. Charlie Cox y Wes Bentley ya lo han dicho públicamente. Charlie ya afirmó en agosto de 2009, al acabar el rodaje, que le acercó a la fe y a la Iglesia. Y Wes dirá que vino en un momento duro de su vida. Si lees el New York Times verás sus años de problemas con las drogas. Ha explicado que el guión, la historia que cuenta y la gente que ha tratado han impactado positivamente en su vida. El rodaje le ha ido muy bien.

- Al final, la película es una historia de un padre y un hijo distanciados. Como sacerdote, ¿diría que es un problema de nuestra época?

- Sí, muy común. Hasta el cine lo recoge: en El Origen, la película de Chris Nolan y De Caprio, esa de sueños dentro de sueños, todo es un asunto de padre-hijo. Me pareció muy relacionada con Encontrarás Dragones. Padres ausentes... Mi padre es psicólogo. Hay muchos casos. Un amigo mío escribió un libro titulado El dios de los sin padre. Explica que en una sociedad de padres ausentes, sin padres, se genera un tipo de ateos a los que lo que les cuesta es concebir a Dios como Padre. ¿Cuántas veces se usa la palabra "padre" y en cuantos sentidos en esta película? En ella se ve cómo uno de los primeros miembros del Opus Dei, Isidoro Zorzano, que había sido compañero de clase de Josemaría, de su misma edad, joven, le llamaba "padre", no sólo como sacerdote, sino como fundador, padre espiritual. Y tanto Josemaría como el otro protagonista, Manolo, han tenido padres ausentes o distantes, y serán padres, ellos mismos, de distinta forma.

- ¿Qué reacciones ha suscitado la película?

- En Roma la gente dice: "no es lo que yo esperaba". No es que pensaran en una película como las italianas de LuxVide, pero les sorprende. Mucha gente dice que quiere verla otra vez para entenderla mejor, porque hasta el final no sabes adónde va. Eso es saludable.Es un film muy rico, con muchas ideas y personajes.

jueves, 24 de marzo de 2011

Encontrarás dragones. Una crítica

El escándalo del perdón

Por Juan Orellana en www.alfayomega.es

Roland Joffé, consagrado por películas como La Misión, Los gritos del silencio, Vatel o La ciudad de la alegría, estrena su última gran producción, ambientada en la Guerra Civil española y con san Josemaría Escrivá como uno de sus personajes principales. Ambos elementos, en manos de este guionista y director londinense, que no es creyente ni español, hacen del film una propuesta interesante, singular y desde luego atípica.


El argumento entrelaza dos historias: una real, relativa a la juventud de Josemaría, y la creación del primer grupo de amigos que dieron lugar al Opus Dei; la otra, ficticia, sobre un supuesto amigo de la infancia de Escrivá, Manolo, que pierde su fe, abandona el seminario y se infiltra como espía nacional en el bando republicano. Ambas historias discurren en paralelo, cruzándose en determinados momentos. La trama de Manolo llega hasta 2002. Su hijo Robert, periodista, prepara un reportaje por la inminente canonización de Escrivá. Descubre que su padre fue amigo del Beato Josemaría, y acude a él, ya enfermo y anciano, para obtener información. Entre ellos late un profundo desafecto. Hace ocho años que no se hablan. Este desencuentro es el nudo gordiano de un film que gira sobre la cuestión del perdón y la reconciliación.
De hecho, son el perdón y la reconciliación las categorías que más subraya el film de la figura de Escrivá de Balaguer en los años de la guerra. Nunca se posiciona contra los milicianos, ni a favor de la venganza ante el asesinato de un sacerdote amigo suyo. Ni siquiera juzga a los que le agreden e insultan en el Metro de Madrid. Siempre trata de ponerse en la posición del otro, entenderle, y finalmente amarle y perdonarle, actitud que a menudo va a despertar la incomprensión e indignación de los suyos.
Este testimonio de paz en medio de la guerra es mostrado siempre como consecuencia de una mirada de fe.


Es interesante ver cómo el agnóstico Joffé presenta el cristianismo en el mundo contemporáneo de forma atractiva y a la vez sencilla. No se puede decir que el film sea un biopic al uso, sobre san Josemaría -además, muchas cosas son pura ficción-, sino que más bien se trata de una indagación sobre la santidad y un testimonio de la excepcionalidad del cristianismo. Aún menos puede decirse que la película trate sobre el Opus Dei, aunque se señalan con nitidez algunas de sus características principales: su modalidad laical, la valoración vocacional de la vida cotidiana y la santificación en el trabajo, mostrada a través de una visión mística que tuvo el santo y que quizá no encaja demasiado en la narración fílmica.

El reencuentro paterno-filial es quizás lo menos original. Lo que sí tiene de particular es que se presenta como efecto a posteriori de la obra de Escrivá sobre su amigo Manolo, treinta años después del fallecimiento del santo. Y sobre este fallecimiento hay que decir que el film nos lo cuenta en el arranque de una forma visualmente impactante y sugerente.

Estamos ante una película que reflexiona sobre la dualidad humana, aunque no en un sentido maniqueo. El camino del bien y del mal se entrelazan de forma misteriosa, vertiginosa; todos los personajes llevan dentro el deseo de bien y la tentación del rencor: Encontrarás dragones es el anuncio de esta paradoja. Pero al final vence el bien. El perdón es la bisagra que permite que el camino del amor inunde el camino del mal.

Lo discutible

Algunas escenas tienen una altura dramática notable, como la del asesinato del padre Lázaro, el ocultamiento de Escrivá en una bodeguilla, o la escena de la confesión, en el parque zoológico. El tratamiento de la guerra civil es lo más discutible, no sólo por su falta de contexto o por su inverosímil e inexacta recreación del frente de Madrid, sino sobre todo por la glorificación del idealismo frentepopulista y su caricaturización de los nacionales, cínicos y ávidos de poder. Una opción lógica en un director que flirteó con el trostkismo, pero inaceptable para cualquier historiador que haga una lectura justa de la guerra.

La película cuenta con un reparto muy heterogéneo. Josemaría está muy bien representado por el poco conocido Charlie Cox, así como Wes Bentley en el papel de Manolo o Dougray Scott como Robert. La presencia española más importante es la de Unax Ugalde, que interpreta a Pedro, uno de los amigos de Escrivá. Jordi Mollá y Ana Torrent, los padres del santo, han quedado con poco papel en el montaje final, que ha tenido que reducir las secuencias de la infancia por razones de equilibrio dramático y de metraje. Hay otros secundarios llenos de interés, como Honorio el chocolatero, un auténtico educador; o la novia de Robert, que como la protagonista de Love Story, gasta su energía en conseguir la reconciliación de su novio con su padre.

Aunque el film no llega a la altura y redondez de La Misión, su diseño de producción y la dirección artística son espectaculares. Eugenio Zanetti, ganador de un Óscar por Restauración, ha hecho un trabajo deslumbrante. También la diseñadora de vestuario Yvonne Blake tiene un Óscar en su haber. La fotografía del mejicano Gabriel Beristain es también meticulosa y manierista.


sábado, 19 de marzo de 2011

Siervo bueno y fiel


San José, Padre y Señor nuestro, castísimo, limpísimo, que has merecido llevar a Jesús Niño en tus brazos, y lavarle y abrazarle: enséñanos a tratar a nuestro Dios, a ser limpios, dignos de ser otros Cristos.

Y ayúdanos a hacer y a enseñar, como Cristo, los caminos divinos —ocultos y luminosos—, diciendo a los hombres que pueden, en la tierra, tener de continuo una eficacia espiritual extraordinaria.

(San Josemaría, Forja, 553)

jueves, 17 de marzo de 2011

Faceta provida de Jane Russell

Murió hace dos semanas y los periódicos se llenaron de obituarios recordando a aquella belleza morena de los cuarenta... Nadie habló de otra faceta suya, la de luchadora provida.


Tras su muerte, la familia pidió a los amigos y fans que no enviaran flores y que destinaran el dinero a los dos centros de acogida para menores y mujeres embarazadas que tenía la actriz.

Cuando contaba 18 años, ya metida en el mundo de la moda y justo cuando comenzaba a estudiar interpretación, se quedó embarazada. Pensó entonces que un embarazo cortaría su carrera. Aunque sabía -más bien sentía- que el aborto no era la solución, decidió acabar con la vida del niño que estaba en camino.

Porque, lejanos ya los años de celuloide y estrenos, para Jane Russell -compañera de Marilyn en la célebre película de Howard Hawks- el recuerdo más vivo de la actriz es su enorme labor por los niños desfavorecidos y el esfuerzo que hizo por encontrar una familia a más de 40.000 pequeños gracias a su fundación, Fondo Internacional de Adopción Mundial (WAIF por sus siglas en inglés).

La joven Russell se refugió entonces en los brazos de su madre. “Ella estuvo a su lado en todo momento; sabía que lo que había hecho su hija estaba mal, pero le dijo que, si dejaba a Dios actuar en su vida, Él convertiría lo malo en bueno".

Con la ayuda de su familia, la actriz continuó su carrera cinematográfica y con 34 años puso en marcha una organización dedicada a la adopción y centrada, sobre todo, en los niños mayores o con discapacidad. Gracias a ella, decenas de miles de niños encontraron una casa y tuvieron una vida normal.

Tres de esos niños sin hogar pasaron a formar parte de la familia de Jane y, cuando murió a los 89 años, tenía seis nietos y 10 bisnietos en su árbol genealógico. Desde aquel 1955 hasta su muerte dedicó gran parte de su tiempo a obras de caridad y, sobre todo, a la lucha provida, a la defensa del no nacido y a hablar de Dios a quien quisiera escuchar. “Le apasionaba usar su fama y el cariño que la gente le tenía para dar a conocer la fe”, declaró la familia tras su muerte.

¿Por qué esto no ha trascendido? “Porque no es políticamente correcto para los medios de comunicación, pero ella no dudaba en contar lo que hacía, no le asustaba en absoluto”, aseguran los suyos.

Deja la huella del amor incondicional a los inocentes y, sobre todo, el convencimiento de que de algo intrínsecamente malo pueden salir muchas cosas buenas, en este caso miles de niños con hogar, si se deja a Dios actuar.
-

martes, 8 de marzo de 2011

Mujer


Adalbert Begas: Madonna.

Madre, hoy en la tierra se celebra el día internacional de la mujer.
Ya ves, cada día es el "día de algo". Hoy ha habido actos distintos (incluso absurdos) para conmemorarlo.
En este día, sólo te pido que todas nos parezcamos a Ti.

sábado, 5 de marzo de 2011

De dioses y hombres recibe el César


El pasado 25 de febrero se celebró en París la ceremonia de la 36 edición de los Premios César del cine francés. La película De dioses y hombres ha sido galardonada con el César al mejor film.
Michael Lonsdale recibió el premio al mejor actor secundario por su interpretación del monje Luc en el filme de Xavier Beauvois.

Me pregunto si una película de temática religiosa rodada en España con tanto rigor y respeto y con actores españoles, sería premiada por la ahora "descabezada" Academia del Cine. Es más ¿se habría rodado aquí una película sobre unos frailes católicos muertos por no renegar de se fe a manos de yihadistas islámicos en el Atlas argelino?

Sin duda, es una buena noticia que la laica Francia no tenga reparos en premiar arte que refleja la realidad espiritual con tanta veracidad.