domingo, 27 de abril de 2014

domingo, 20 de abril de 2014

Sé que estás conmigo

Jan Wildens: Jesús con los discípulos de Emaús

Yo sé que estás conmigo, porque todas
las cosas se me han vuelto claridad:
porque tengo la sed y el agua juntas
en el jardín de mi sereno afán.

Yo sé que estás conmigo, porque he visto
en las cosas tu sombra, que es la paz;
y se me han aclarado las razones
de los hechos humildes, y el andar
por el camino blanco, se me ha hecho
un ejercicio de felicidad.

No he sido arrebatado sobre nubes
ni he sentido tu voz, ni me he salido
del prado verde donde suelo andar... 

¡Otra vez, como ayer, te he conocido 
por la manera de partir el pan!

José María Pemán

Henry Osawa Tanner (Pittsburg 1859 - Paris 1937): Emaús

Joseph Brickey: Resurrección

jueves, 17 de abril de 2014

Mujer

Jacob C. van Oostsanen: La Virgen y san Juan, 1520

Mujer llama a su Madre cuando expira, 
porque el nombre de madre regalado 
no la añada un puñal, viendo clavado 
a su Hijo, y de Dios, por quien suspira. 

Crucificado en sus tormentos, mira 
su Primo, a quien llamó siempre «el Amado»,
y el nombre de su Madre, que ha guardado, 
se le dice con voz que el Cielo admira. 

 Eva, siendo mujer que no había sido 
madre, su muerte ocasionó en pecado, 
y en el árbol el leño a que está asido. 

Y porque la mujer ha restaurado 
lo que sólo mujer había perdido, 
mujer la llama, y Madre la ha prestado. 

Francisco de Quevedo
 -
Adam Elsheimer: Pietà, 1603

domingo, 6 de abril de 2014

Ahí va la loca soñando

Nicolae Vermont (1866–1932): Soñando

Dicen que no hablan las plantas, ni las fuentes, ni los pájaros, 
ni el onda con sus rumores, ni con su brillo los astros, 
lo dicen, pero no es cierto, pues siempre cuando yo paso, 
de mí murmuran y exclaman:
 —Ahí va la loca soñando 
con la eterna primavera de la vida y de los campos,
y ya bien pronto, bien pronto, tendrá los cabellos canos, 
y ve temblando, aterida, que cubre la escarcha el prado. 


Nicolae Vermont (1886-1932): La ventana

Hay canas en mi cabeza, hay en los prados escarcha, 
mas yo prosigo soñando, pobre, incurable sonámbula, 
con la eterna primavera de la vida que se apaga 
y la perenne frescura de los campos y las almas, 
aunque los unos se agostan y aunque las otras se abrasan. 

Astros y fuentes y flores, no murmuréis de mis sueños, 
sin ellos, ¿cómo admiraros ni cómo vivir sin ellos? 

Rosalia de Castro (1837-1885), A orillas del Sar.

Ipolit Strâmbu (1871-1934): Visare

viernes, 4 de abril de 2014

Como en el XX... en todas las cosas



La segunda mitad del siglo xx
era más pertinaz que una sequía
de los años cuarenta.

Tenían -¿como no?-las Cinco Vías
de Tomás, el inmenso aventurero,
tenían los ocasos de Granada, el acorde
de octubre en los hayedos de Zuriza,
tenían a Audrey Hepburn (y a Raquel Welch), tenían
el Cervino, Florencia,
la Sexta Sinfonía de Beethoven,
el cielo azul -que es cielo y es azul-,
el silencioso grito de un minuto cualquiera
de la Madre Teresa de Calcuta...

Tropezaban con Dios en cada cosa:
un niño: Dios; una gaviota: Dios;
una mujer que dice «yo también»:
Dios; un buen verso: Dios. Pero eran ciegos,
sordos, inexplicables, y negaron a Dios como quien niega
el mar o las manzanas.

Miguel d'Ors.