domingo, 31 de marzo de 2013

Reina del Cielo, alégrate

Jean Auguste Dominique Ingres: Virgen coronada, 1859.

William Adolphe Bouguereau, (1825-1905): La santas mujeres en la tumba vacía de Jesús.

sábado, 30 de marzo de 2013

Noli me tangere!

Lavinia Fontana
«Y se volvieron otra vez los discípulos a su casa. Pero María estaba fuera, llorando junto al sepulcro. Y estando así llorando, se abajó, y miró hacia el sepulcro: y vio dos Ángeles vestidos de blanco, sentados; el uno a la cabecera y el otro a los pies, en donde había sido puesto el cuerpo de Jesús.
Y le dijeron:
- “¿Mujer, por qué lloras?”.
Díceles: 
- “Porque se han llevado de aquí a mi Señor, y no sé dónde le han puesto”. 

Y cuando esto hubo dicho, se volvió a mirar atrás, y vio a Jesús que estaba en pie: mas no sabía que era Jesús. Jesús le dice: 
- “¿Mujer, por qué lloras? ¿a quién buscas?”.
Ella, creyendo que era el hortelano, le dijo: 
- “Señor, si tú le has llevado de aquí, dime en dónde lo has puesto, y yo le llevaré”. 
Jesús le dice: 
- “María”. Vuelta ella, le dice: “Rabbuní” (que quiere decir Maestro). 
Jesús le dice: 
- “No me toques, porque aún no he subido a mi Padre; mas ve a mis hermanos y diles: Subo a mi Padre y vuestro Padre, a mi Dios y vuestro Dios”. 

Vino María Magdalena dando las nuevas a los discípulos: “Que he visto al Señor, y esto me ha dicho”». (Jn 20,10-18)

El arte sacro ha servido a lo largo de los siglos para llevar las Sagradas Escrituras a todo el mundo. Hay obras que captan poderosamente la atención por su interpretación de los hechos o por cómo se detienen en detalles que a veces pasan desapercibidos en una simple lectura.

En estos versículos, María Magdalena cree en principio, confundida y perpleja, que quien se dirige a ella es un hortelano. Pero le basta escuchar una vez más su nombre de Aquel por quien ha dejado su vida pasada para darse cuenta de que es Él. Se ha cumplido la promesa.

Y vemos como son muchos los artistas que han querido reflejar esa confusión inicial de María Magdalena, plasmando en sus lienzos, no sólo un hortelano, sino todos los frutos de una huerta:

Jan Brueghel El joven: Noli me tangere, 1630.

Willem Forchont: Noli me tangere.

Abraham Janssens: Noli me tangere.

Incluso algún pintor manierista se atreve a situar la acción en un jardín versallesco:

Lambert Sustris, (1515–1591): Noli me tangere.

jueves, 28 de marzo de 2013

Nunca hablar mal de otras personas

Hablar mal de alguien equivale a venderlo. Como hizo Judas, que vendió a Jesús por treinta denarios. Y precisamente partiendo del pasaje del Evangelio de Mateo que anuncia la traición de Judas Iscariote, en la breve homilía de la misa celebrada el miércoles 27 de marzo en la capilla de la «Domus Sanctae Marthae», el Papa Francisco puso en guardia ante la crítica y murmuración. Con una invitación explícita: «Nunca hablar mal de otras personas». 

Anthony Van Dyck, (1599-1641): El beso de Judas, 1620
El Papa quiso hacer una reflexión sobre el gesto realizado por Judas, uno de los amigos de Jesús, que no duda en venderlo a los jefes de los sacerdotes. «Jesús es como una mercancía: es vendido. Es vendido en aquel momento -subrayó- y muchas veces también en el mercado de la historia, en el mercado de la vida, en el mercado de nuestra vida. Cuando nosotros optamos por los treinta denarios, dejamos a Jesús de lado». 

Cuando hablar se convierte en habladuría, murmuración, -según el Papa- «esto es una venta» y la persona que está en el centro de nuestra murmuración «se convierte en una mercancía. No sé por qué -dijo el Pontífice- pero existe una alegría oscura en el chisme». Se comienza con palabras buenas, «pero luego viene la murmuración. Y se empieza a despellejar al otro». 

Deberíamos pensar que cada vez que nos comportamos así, «hacemos la misma cosa que hizo Judas», que cuando fue a los jefes de los sacerdotes para vender a Jesús, tenía el corazón cerrado, no tenía comprensión, no tenía amor, no tenía amistad. Así, el Papa Francisco volvió a uno de los temas que él más quiere, el del perdón: «Pensemos y pidamos perdón», porque aquello que hacemos al otro, al amigo, «lo hacemos a Jesús. Porque Jesús está en ese amigo». Y si nos damos cuenta de que nuestro hablar puede hacer mal a alguien, «recemos al Señor, hablemos con el Señor de esto, por el bien del otro: Señor, ayúdale». 

No debo ser yo -concluyó- quien «haga justicia con mi lengua. Pidamos esta gracia al Señor». Al término de la celebración el Santo Padre se recogió en oración al fondo de la capilla. Después esperó a todos los presentes a la salida, para saludar a cada uno: para todos una palabra, una sonrisa, un aliento y una felicitación por la inminente Pascua.

lunes, 25 de marzo de 2013

Y María dijo SÍ

Bartolomé Esteban Murillo

Y, cuando menos lo esperaba,
ocurrió. Y todo
fue tan sencillo
que no hay nada que decir ni que contar.
Era, sí, el mediodía.
El cielo estaba tenso como un mar sin orillas,
y no es que el aire fuera transparente,
es que era todo él como el interior de un lirio.

George Hillyard Swinstead: El mensaje del ángel
Y yo estaba allí,
suspendida en la luz,
sostenida por la mano de Aquel a quien rezaba.
¿Rezar? ¡Ah, qué simple!
Bastaba con respirar para hablarle,
el correr de los ríos de mi sangre era un salmo,
y el corazón, latiendo, sonaba como los timbales
del Templo de Jerusalén.
Y todo sin prodigios,
como maduran las frutas de los ángeles.

Walter Rane Bendita tú eres entre todas las mujeres

Y él vino entonces.
No sé muy bien si estuvo fuera o sólo lo vi dentro.
Sé que estuvo
y oí su voz como se escucha el viento.
¿Cómo era?, decís. ¿Y yo qué sé?
No hay puntos de comparación.
No era un hombre, era más.
¿Era una fruta que al mismo tiempo es pájaro?
No, era más, era más.
¿Era un relámpago vestido de sumo sacerdote?
Era más, mucho más.
Era la suma de las sumas,
el mensajero de la multiplicación
de las multiplicaciones.

 
Y habló.
Y dijo palabras que iban cayendo sobre mí
como goterones de plomo derretido.
Palabras que no sabría repetir,
pero que me empujaban a una gran locura.
Yo tendría que crecer y crecer.
Desde arriba me estirarían el alma,
porque el que iba a venir
era tan diminuto y tan grande,
que sólo cabría en mí y en todo el universo.
Y todo aquello -¡qué bien lo comprendí entonces!-
se haría con risas y sangre.

Henry Ossawa Tanner, 1859–1937.

El alma no crece como se estira
la masa del pan en la tahona;
crece desangrándose,
estirando el corazón con los siete caballos del misterio.
Creces sin entender
y empiezas a ser lo que tú eras.
Sabes que Alguien será tu hijo,
pero nunca sabrás quién es ese Alguien.
Y empiezas a sospechar
que este primer parto feliz
es tan sólo el ensayo de otro más sangriento.

Pero ¿cómo decirle No?
¿Cómo negarle al Sol su derecho a ser luz e iluminar?
¿Cómo regatear con Él,
ponerle condiciones,
pedirle garantías?
El amor es así: elegir sin elección.

Alphonse Mucha: Madonna de las lilas, (detalle)

Y «Hágase», le dije.
Y recuerdo que el ángel sonrió
como si acabase de quitarle un gran peso de encima,
como si ahora pudiera ya atreverse a regresar al cielo.
Y un pájaro cruzó tras la ventana.
Y la tarde se puso como si el Sol sangrase.
y el aire se llenó de campanillas,
como si el mismo Dios estuviera contento.

Martín Descalzo, J.L: Apócrifo de María. Ed. Sígueme.

jueves, 21 de marzo de 2013

Soneto a las flores


Estas que fueron pompa y alegría
despertando al albor de la mañana,
a la tarde serán lástima vana
durmiendo en brazos de la noche fría.



Este matiz que al cielo desafía,
iris listado de oro, nieve y grana,
será escarmiento de la vida humana:
¡tanto se emprende en término de un día!



A florecer las rosas madrugaron,
y para envejecer florecieron:
cuna y sepulcro en un botón hallaron.


Tales los hombres sus fortunas vieron:
en un día nacieron y expiraron,
que pasados los siglos horas fueron.

Calderón de la Barca

miércoles, 20 de marzo de 2013

Oración de la luz


Señor: yo sé que en la mañana pura 
de este mundo, tu diestra generosa
hizo la luz antes que toda cosa 
porque todo tuviera su figura. 


Yo sé que se refleja la segura 
línea inmortal del lirio y de la rosa 
mejor que la embriagada y temerosa
 música de los vientos en la altura. 


Por eso yo celebro en el frío 
pensar exacto a la verdad sujeto 
y en la ribera sin temblor del río; 


por eso yo te adoro, mudo y quieto: 
y por eso, Señor, el dolor mío 
por llegar hasta Ti se hizo soneto.

José María Pemán

martes, 19 de marzo de 2013

José, un hombre corriente

Walter Rane: El taller de José.

Era José, decíamos, un artesano de Galilea, un hombre como tantos otros. Y ¿qué puede esperar de la vida un habitante de una aldea perdida, como era Nazaret? Sólo trabajo, todos los días, siempre con el mismo esfuerzo. Y, al acabar la jornada, una casa pobre y pequeña, para reponer las fuerzas y recomenzar al día siguiente la tarea (...). 


José era efectivamente un hombre corriente, en el que Dios se confió para obrar cosas grandes. Supo vivir, tal y como el Señor quería, todos y cada uno de los acontecimientos que compusieron su vida. Por eso, la Escritura Santa alaba a José, afirmando que era justo (Cfr. Mt I, 19.). Y, en el lenguaje hebreo, justo quiere decir piadoso, servidor irreprochable de Dios, cumplidor de la voluntad divina (Cfr. Gen VII, 1; XVIII, 23–32; Ez XVIII, 5 ss; Prv XII, 10.); otras veces significa bueno y caritativo con el prójimo (Cfr. Tob VII, 5; IX, 9.). En una palabra, el justo es el que ama a Dios y demuestra ese amor, cumpliendo sus mandamientos y orientando toda su vida en servicio de sus hermanos, los demás hombres. 

(San Josemaría, Es Cristo que pasa, 40).

viernes, 15 de marzo de 2013

La Gloria de la Cruz

Texto de la primera homilía del Papa Francisco, la que la tarde posterior a su elección dirigió a los cardenales en la Capilla Sixtina

En estas tres lecturas veo que hay algo en común: es el movimiento. 
- En la primera lectura, el movimiento en el camino; 
- en la segunda lectura, el movimiento en la edificación de la Iglesia; 
- en la tercera, en el Evangelio, el movimiento en la confesión. 

Caminar, edificar, confesar. 

Caminar
«Casa de Jacob, venid; caminemos a la luz del Señor» (Is 2,5). Ésta es la primera cosa que Dios ha dicho a Abrahán: camina en mi presencia y sé irreprochable. Caminar: nuestra vida es un camino y cuando nos paramos, algo no funciona. Caminar siempre, en presencia del Señor, a la luz del Señor, intentando vivir con aquella honradez que Dios pedía a Abrahán, en su promesa. 

Edificar
Edificar la Iglesia. Se habla de piedras: las piedras son consistentes; pero piedras vivas, piedras ungidas por el Espíritu Santo. Edificar la Iglesia, la Esposa de Cristo, sobre la piedra angular que es el mismo Señor. He aquí otro movimiento de nuestra vida: edificar. 

Tercero, confesar
Podemos caminar cuanto queramos, podemos edificar muchas cosas, pero si no confesamos a Jesucristo, algo no funciona. Acabaremos siendo una ONG asistencial, pero no la Iglesia, Esposa del Señor. Cuando no se camina, se está parado. ¿Qué ocurre cuando no se edifica sobre piedras? Sucede lo que ocurre a los niños en la playa cuando construyen castillos de arena. Todo se viene abajo. No es consistente. Cuando no se confiesa a Jesucristo, me viene a la memoria la frase de Léon Bloy: «Quien no reza al Señor, reza al diablo». Cuando no se confiesa a Jesucristo, se confiesa la mundanidad del diablo, la mundanidad del demonio. 

Raúl Berzosa: Cristo Eucarístico.
Caminar, edificar, construir, confesar. Pero la cosa no es tan fácil, porque en el caminar, en el construir, en el confesar, a veces hay temblores, existen movimientos que no son precisamente movimientos del camino: son movimientos que nos hacen retroceder. 

Este Evangelio prosigue con una situación especial. El mismo Pedro que ha confesado a Jesucristo, le dice: «eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo. Te sigo, pero no hablemos de cruz. Esto no tiene nada que ver. Te sigo de otra manera, sin la cruz». Cuando caminamos sin la cruz, cuando edificamos sin la cruz y cuando confesamos un Cristo sin cruz, no somos discípulos del Señor: somos mundanos, somos obispos, sacerdotes, cardenales, papas, pero no discípulos del Señor

Quisiera que todos, después de estos días de gracia, tengamos el valor, precisamente el valor, de caminar en presencia del Señor, con la cruz del Señor; de edificar la Iglesia sobre la sangre del Señor, derramada en la cruz; y de confesar la única gloria: Cristo crucificado. Y así la Iglesia avanzará. 

Deseo que el Espíritu Santo, por la plegaria de la Virgen, nuestra Madre, nos conceda a todos nosotros esta gracia: caminar, edificar, confesar a Jesucristo crucificado

Que así sea.

viernes, 8 de marzo de 2013

Mujer

Morgan Weistling: Besando el rostro de Dios.


Cuando la mujer mira a María, el mundo se humaniza; la humanidad se dignifica. No hay más. Ahí reside el secreto de la verdadera “liberalización de la mujer”.

Flaco favor nos ha hecho el  movimiento feminista histórico. Desde finales del siglo XVIII existe una lucha incesante por instaurar la idea de la mal llamada y mal entendida igualdad entre hombres y mujeres que hoy, a comienzos del siglo XXI, nos ha llevado a anular la esencia femenina. Hombres y mujeres somos iguales, sí, iguales en dignidad. En la dignidad que  nos confiere ser hijos de Dios. Y gracias a Él, distintos en muchos aspectos: físico, psicológico, biológico…

Si alguna institución es consciente del valor fundamental que tenemos las mujeres en la sociedad, esa es la Iglesia Católica. Jesús de Nazareth es el primero que da a la mujer el valor que se merece. Para empezar, de los infinitos modos que Dios podría haber elegido para  redimirnos, quiso hacerlo encarnándose en el vientre de una mujer.

Es en las mujeres en quién Jesús se apoya tantas veces, no hay más que leer los evangelios. Son las mujeres las que permanecen al pie de la cruz en el momento de la crucifixión. Y es a una mujer a quien primero le revela Jesús que ha resucitado. 

A lo largo de la historia tenemos cientos de ejemplos de instituciones cristianas cuyos miembros han dejado su vida en tierras de misión o zonas desfavorecidas, poniendo sus talentos y formación al servicio de la capacitación de la mujer para que puedan ser independientes social y económicamente. La formación es libertad.

En la Virgen María tenemos el modelo de mujer. Y el demonio lo sabe, por eso la odia, y de ahí el afán de destruir en nosotras todo lo que pueda hacernos similares a Ella. Corrientes culturales, el mundo de la moda, nos empujan a alejarnos de todo aquello que nos es intrínseco, haciéndonos caer por una pendiente, hasta el punto de que todo lo bueno y bello es denostado. Algunos incluso, llegan a utilizar la palabra Virgen como un insulto. Y la sociedad ha picado el anzuelo.  

Se nos ha pretendido engañar, ofreciendo como liberalizador la elección de tener o no hijos y el momento en que debe hacerse. Arrancando algo tan esencial a la mujer como es la maternidad. Políticas antinatalistas y cultura de muerte ofrecen como normal algo tan antinatural como es cegar la fuente de la vida o terminar con ella.
  
Hoy, que se celebra el día internacional de la mujer, y porque quiero ser verdaderamente libre, le pido a María, -nuestra Madre-, que todas sepamos parecernos a Ella.

© Pilar M-T Vidal.