viernes, 30 de julio de 2010

Abortorios en google

Fuente: forumlibertas.com

Hasta hace poco Google no permitía anuncios de abortos en España. Sin embargo, el buscador más famoso del mundo ha reculado con el nuevo contexto legal que propone la recientemente aprobada Ley del Aborto y ha anunciado que permitirá anunciar servicios abortistas en España a través de AdWords, la plataforma de publicidad en internet de Google.

AdWords se trata del canal publicitario más potente de la Red, un servicio que genera más del 80% del tráfico de anuncios de este sector. Por lo tanto, con esta decisión, el motor de búsquedas en internet promoverá la práctica de abortos y se beneficiará económicamente de una industria multimillonaria a costa de la muerte de seres humanos.

Las diferentes asociaciones pro vida en España ya han calificado el cambio de decepcionante y han denunciado que la presión de los abortistas haya conseguido un giro de 180º en la política editorial del buscador. Y es que la industria del aborto no ha dejado de presionar a Google en los últimos años, sabedora de las posibilidades que ofrecen los servicios de la empresa norteamericana.

En mayo de 2010 la patronal abortista ACAI ya intentó engañar a Google para que la empresa accediera a incorporar sus anuncios en sus búsquedas. Una vez aprobada la “ley Aído”, una ley de plazos que en la práctica significa aborto libre, la patronal le dijo a Google que “en este país el tema del aborto está más que zanjado”.

Esa no es, sin embargo, la realidad sociológica de España, donde hace apenas unos meses el aborto aún era delito (aunque despenalizado en algunos casos). Por ello, y porque el Tribunal Constitucional debe todavía manifestarse sobre la constitucionalidad de la norma, numerosas asociaciones han pedido que Google reconsidere su decisión y siga en España la política editorial que sigue en países como Francia, Alemania, Polonia o Irlanda, entre otros.

domingo, 25 de julio de 2010

Carta a Álvaro del Bosque

*Por Andrés Aberasturi

No ha sido Iniesta con su gol, ni Iker con su beso, ni tantos otros -todos- los que a lo largo de un mes han logrado arrancarme una sola lágrima; es verdad que me han acelerado el pulso, me han cabreado, me han hecho feliz, han logrado que chillara, que me quedara mudo todo menos llorar.
Hasta que llegaste tú, Álvaro del Bosque, y dijiste a no sé qué cadena de televisión que te sentías orgulloso de tu padre, que siempre le querías ayudar y que tu corazón estaba con él. Fueron apenas unos segundos frente a la pantalla, los suficientes para que un lagrimón, gordo y dulce como melocotón, cruzara la barrera de mis ojos cansados de haber visto la tierra que no cambia. Y lo has conseguido; ya ves, Álvaro, lo que no han conseguido ellos sobre el césped durante no sé cuántos partidos, me las dado tú en apenas unos segundos.

Ya te imaginarás que no lloré de pena sino de emoción, de solidaridad, de entendimiento de muchas cosas. Puedes estar contento porque lo que dijiste a la tele, lo has conseguido plenamente: a tu padre se le entiende a través de ti, se le nota a la legua que tu ayuda ha sido indispensable para ser la persona que es y que junto a su corazón, late el tuyo porque los corazones no sabe de síndromes ni cromosomas.
Te escribo esta carta cuando aún no han empezado los líos de las celebraciones oficiales y por eso no sé si tu padre, el hombre al que sin duda tú enseñaste a ser tranquilo y a relativizar el dolor del fracaso y el fulgor del éxito, cumplirá la promesa
que te hizo de subirte al autobús de los héroes. Si al final no ocurre, no te enfades demasiado. Vicente es así y hasta es posible que le de vergüenza pedir para alguien suyo un trato de favor; escondido, casi parapetado tras ese bigote tan poco galáctico, tupadre es la personificación del hombre bueno, del viejo jugador que lo consiguió todo, del entrenador magnífico pero que no daba bien en las fotos, del seleccionador que ha unido a un equipo y a un país, de la persona que cada día te llevaba al colegio de integración y firmaba paciente los autógrafos que tú habías prometido a tus compañeros de clase.

Y eso es todo Álvaro; dentro de una semana, nadie hablará ya del Mundial, la resaca del triunfo habrá pasado y a tu padre -imagino, que en este país nunca se sabe- le renovarán en su cargo. Cada uno volverá a su lucha y el calor de este verano excesivo hará que todos busquemos la sombra acogedora. No siento envidia de tu padre porque los dos sabemos que el triunfo es efímero y porque yo -como él- también tengo otro corazón que siempre está a mi lado.

miércoles, 21 de julio de 2010

Voluntad


Por J.M. Alimbau en La Razón

En todas las lenguas existen dos palabras muy importantes. Son «sí» y «no». Saber pronunciarlas fortifica, es signo de madurez, de poseer una voluntad forjada, de ser una persona de carácter.

Se cuenta de un joven que había recibido una buena educación. En la universidad o en el trabajo, rompió con sus ideales.
Se dejó arrastrar por las pasiones. La abulia invadió su interior. Se sentía abatido, triste, esclavo, anulado en su auténtica personalidad. Quería una cosa y hacía otra.
Un día encontró a una persona sabia. Le citó unos pensamientos de un esclavo, como cuenta Epícteto:
- «No te preocupes de satisfacer las necesidades de tu cuerpo, de tu estómago, sino aquellas que pertenecen a tu espíritu, a tu alma». Después le dijo que «podía rehacer su perso nalidad, recobrar su antiguo vigor reeducando, fortaleciendo su voluntad, enseñándole a vencerse a sí mismo, en pequeños actos, y convertirlos en hábitos».

Agustín de Tagaste enseñaba: «Homines sunt voluntates», «los hombres son voluntades».

miércoles, 14 de julio de 2010

Temores en el favor


Cuando en mis manos, Rey eterno, os miro
y la cándida víctima levanto,
de mi atrevida indignidad me espanto
y la piedad de vuestro pecho admiro.

Tal vez el alma con temor retiro,
tal vez la doy al amoroso llanto,
que arrepentido de ofenderos tanto
con ansias temo y con dolor suspiro.

Volved los ojos a mirarme humanos,
que por las sendas de mi error siniestras
me despeñaron pensamientos vanos;

no sean tantas las miserias nuestras
que a quien os tuvo en sus indignas manos
Vos le dejéis de las divinas vuestras.

(Lope de Vega)

sábado, 10 de julio de 2010

Con un par


Trinidad Jiménez, ministra de Sanidad, visitó ayer la Fundación Juan XXIII, que trabaja con las personas con discapacidad intelectual. Cuando estaba defendiendo la nueva Ley del Aborto, que algunas comunidades han dicho que no cumplirán y que tiene un recurso de inconstitucionalidad interpuesto por el PP y por el Gobierno de Navarra, el presidente del patronato de la Fundación, Luis Arroyo, pidió la palabra: «Como Presidente de la Fundación digo, y ratifico, que el aborto no es un derecho».

lunes, 5 de julio de 2010

Licencia para matar

La mistra Aído pasará a la historia por dos o tres cosas tristes. La más triste, por conseguir el aborto libre. No quisiera estar en su piel. Me da pena, mucha pena. De ella y del reguero de sangre que deja a su paso.
Pido una oración por ella. Rezamos por los niños abortados, por las madres que abortan. Desde aquí hago una llamada a rezar por Bibiana y sus asesores.






Estos carteles son de un concurso realizado por Provida Valencia.


domingo, 4 de julio de 2010

El enigma del celibato

Por Ignacio Aréchaga en www.aceprensa.com 29 Junio 2010

La abstinencia es una decisión demasiado enigmática para una sociedad que se dice dispuesta a comprenderlo todo en el campo de las variantes sexuales.

Nuestra época, que autoriza todas las inclinaciones sexuales, se muestra extrañamente intolerante con el celibato sacerdotal. En un mundo en el que ya no hace falta militar a favor o en contra de tal o cual orientación amorosa, hay gente empeñada en acabar con el celibato de los clérigos como si pusiera en riesgo su propia libertad. Parece que la abstinencia es una decisión demasiado enigmática para una sociedad que se dice dispuesta a comprenderlo todo en el campo de las variantes sexuales.

Como prohibirlo resultaría represivo, se dice que el celibato debería ser opcional. Lo cual no deja de ser un sinsentido. Uno puede estar a favor o en contra del celibato sacerdotal, pero declararlo opcional es una cortina de humo. El celibato es siempre opcional, pues a nadie se le obliga a ser clérigo o religioso, sino que uno se presenta como candidato a ese estilo de vida y es aceptado o no por la Iglesia. Y como tampoco nadie está obligado a casarse –sea laico o sacerdote, hombre o mujer, católico o budista– , dejar que el celibato sacerdotal sea opcional es lo mismo que suprimirlo, porque entonces el sacerdote queda en la misma situación que cualquier otra persona.

Pero también habría que tener en cuenta que muchas otras personas se ven “obligadas” a vivir en situaciones similares al celibato, aunque no lo elijan. No todo el mundo vive emparejado. En España, según el Censo de Población y Viviendas de 2001 (el último disponible), el 22% de los hogares eran unipersonales o de un adulto solo con niños. Si excluimos los hogares unipersonales de los mayores de 65 años, todavía nos quedan el 12,7% de hogares (casi 1, 8 millones de personas) donde no hay una pareja. Y dado el continuo aumento del número de rupturas matrimoniales (unas 120.000 por año), los hogares sin pareja habrán ido en aumento desde el censo de 2001. Frente a estas cifras de “desparejados”, los 20.000 curas y 56.000 religiosos y religiosas españoles son apenas una minoría.

Evidentemente una cosa es vivir sin pareja y otra hacer voto de castidad. Pero, en conjunto, quienes están en esa situación es mucho más probable que duerman solos que acompañados.



Vidas con sentido


Entonces, el celibato (sacerdotal o civil) no debería ser visto como un modo de vida extraño ni infructuoso. De hecho, para no pocas personas el celibato –elegido o aceptado– ha sido el modo de vida que les permitió desplegar potencialidades insospechadas.

Y no sólo en el celibato por motivos religiosos. La Primera Guerra Mundial hizo que 1,7 millones de británicas se quedaran sin coetáneos con los que casarse. Mujeres en plena juventud, que habían sido educadas para el matrimonio, y que tuvieron que rehacer sus vidas. Su reacción está magníficamente descrita en el libro de Virginia Nicholson, Ellas solas (cfr. Aceprensa 17-03-09). Esas mujeres que no pudieron casarse empezaron a hacer cosas insólitas en el ambiente victoriano: salieron a buscar trabajo; vivieron por su cuenta; trataron de ser financieramente independientes; pidieron el voto femenino; lucharon por los derechos de las trabajadoras; promovieron actividades culturales, eclesiales y benéficas... Supieron dar un sentido a su vida con un valor y una libertad que difícilmente les hubiera permitido el matrimonio de aquella época.

Esa entrega a los demás es lo que todavía sorprende a nuestra sociedad cuando se encuentra ante la figura del misionero que no abandona su puesto en situaciones conflictivas, del cura que tiene un título universitario pero que opta por servir a una comunidad sin llegar ni a mileurista, o de una religiosa como la Madre Teresa de Calcuta que solo iba emparejada con alguna de sus monjas para salir a cuidar a los pobres. Si tuvieran una familia propia, nada de eso sería posible.
Y sin necesidad de recurrir a dedicaciones excepcionales, todos sabemos lo que supone en muchas familias la presencia de esa tía/o soltera, que tiene su propia vida, pero también está dispuesta a echar una mano, a suavizar tensiones, a mediar en conflictos y a orientar a los más jóvenes.

Lo importante, tanto en el celibato sacerdotal como en el civil, es el sentido que uno da a su vida. Ciertamente, nadie va al seminario solo con el propósito de vivir el celibato. Esa renuncia, que sin duda lo es, está al servicio de una mayor libertad para amar a Jesucristo y servir a la Iglesia y a los fieles. La abstinencia de las relaciones sexuales tampoco supone que el sacerdote niegue su sexualidad, sino que la vive con libertad dentro de un estilo de vida que debe estar lleno de sentido trascendente.
Cuando se pierde de vista este sentido, como sucede en amplios sectores de la sociedad actual, la opción del celibato resulta opaca. Se mira con escepticismo que Dios pueda llenar un corazón, y, en cambio, se piensa que una mujer lo colmaría por entero y para siempre; se habla del ideal del cura casado como si fuera a vivir en perpetua luna de miel y constituir la familia ejemplar que iluminaría a los fieles. Pero después del cura casado también podría venir el cura divorciado.


Un sí incondicional


La razón más profunda del celibato sacerdotal no se reduce a la mayor disponibilidad que permite. Es un testimonio de que “sólo Dios basta”, y por eso desconcierta a quienes solo ven las cosas de tejas abajo. Benedicto XVI lo decía hace poco en la clausura del Año Sacerdotal: “para el mundo agnóstico, el mundo en el que Dios no tiene nada que ver, el celibato es un gran escándalo, porque muestra precisamente que Dios es considerado y vivido como realidad”.
También observaba que esta crítica permanente contra el celibato puede sorprender en un tiempo en el que está cada vez más de moda no casarse. Pero este tipo de celibato no tiene mucho que ver con los motivos del celibato sacerdotal. “Este ‘celibato moderno’ –decía Benedicto XVI– es un ‘no’ al vínculo, un ‘no’ a la definitividad, un tener la vida solo para sí mismo. Mientras que el celibato es precisamente lo contrario: es un 'sí' definitivo, es un dejarse tomar de la mano por Dios, entregarse en las manos del Señor.” Por eso tan radical es hoy el celibato por motivos religiosos como el matrimonio entendido como una unión indisoluble, por encima de las contingencias de la vida y de altibajos de los sentimientos.

Esta provocación del celibato por Dios es lo que molesta a los que desearían que el mensaje de la Iglesia se diluyera cada vez más conforme a los criterios de la sociedad del momento. Nietzsche lo observó con agudeza, para combatirlo: “Lutero devolvió al sacerdote la relación sexual con la mujer, pero tres cuartos de la veneración de que es capaz el pueblo se basa en la creencia de que un hombre excepcional en este punto lo será también en otros puntos. Y aquí tiene la fe del pueblo en algo sobrehumano en el hombre, su abogado más sutil y capcioso” (1).
Pero lo excepcional no está en el hombre, como se pone también de manifiesto en los casos en que el sacerdote falla. Lo extraordinario es que sigue habiendo candidatos dispuestos a ese “sí” definitivo. Nuestra sociedad, tan celosa del “libre desarrollo de la personalidad”, debería respetarlo.
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NOTAS
(1) Fr. Nietzsche, Die fröhliche Wissenschaft, Leipzig, 1887, p. 295. Citado por Juan Bautista Torelló en El celibato sacerdotal, EUNSA, Pamplona (2010) pg. 205.