Por J.M. Alimbau en La Razón
En todas las lenguas existen dos palabras muy importantes. Son «sí» y «no». Saber pronunciarlas fortifica, es signo de madurez, de poseer una voluntad forjada, de ser una persona de carácter.
Se cuenta de un joven que había recibido una buena educación. En la universidad o en el trabajo, rompió con sus ideales.
Se dejó arrastrar por las pasiones. La abulia invadió su interior. Se sentía abatido, triste, esclavo, anulado en su auténtica personalidad. Quería una cosa y hacía otra.
Un día encontró a una persona sabia. Le citó unos pensamientos de un esclavo, como cuenta Epícteto:
- «No te preocupes de satisfacer las necesidades de tu cuerpo, de tu estómago, sino aquellas que pertenecen a tu espíritu, a tu alma». Después le dijo que «podía rehacer su perso nalidad, recobrar su antiguo vigor reeducando, fortaleciendo su voluntad, enseñándole a vencerse a sí mismo, en pequeños actos, y convertirlos en hábitos».
Agustín de Tagaste enseñaba: «Homines sunt voluntates», «los hombres son voluntades».
"Y quien esté libre de pecado, que lance la primera piedra"
ResponderEliminarSomos humanos y como tales, nuestras miserias pueden con nosotros y es ahí en dónde se encuentra nuestra grandeza.
"Nos hace falta el estiércol para que renazcan las hermosas flores"
O dicho de otro modo:
"Las miserias humanas hacen que florezcan las virtudes en aquellos que así lo deseen"
Un cordial saludo.
Una canción hoy dedicada a tí. Pensando en la gran artista que te inculcó tanto amor por lo bello.Un beso
ResponderEliminarMuchas gracias, Angelo. Me ha conmovido realmente.
ResponderEliminar¡Un abrazo y buen finde!