Fuente: alfayomega.es
La mujer llegó al hospital, en la provincia italiana de Cosenza, el 24 de abril por la mañana. Aborto terapéutico. Su primer hijo no debía tener esas dos malformaciones detectadas por la ecografía en el paladar y el labio. Poca cosa, pero antiestético.
Al día siguiente, acudió al lugar el capellán, el padre Martello, que acostumbra a rezar ante los cadáveres de esos bebés abortados. Para su sorpresa, cuenta el diario Il Foglio, el niño, de 22 semanas, respiraba. Los médicos le habían colocado en un contenedor, a la espera de que muriera. Don Antonio pidió ayuda, pero ya era demasiado tarde. Esos mismos médicos encargados de matar legalmente al niño afrontan paradójicamente ahora una condena por no salvarle la vida.
The Daily Telegraph recuerda otros antecedentes en Italia. Son casos que interesan en el Reino Unido, porque allí se repiten con bastante frecuencia, por la permisividad de las leyes abortistas. Algunos médicos solicitan al Gobierno que se les blinde si el niño nace vivo. La solución -sostienen algunos- es la eutanasia infantil, y terminar sin presiones la faena después del parto. Porque, a veces, el niño sale terco. Un chaval de Manchester sobrevivió a tres abortos. Ahora tiene 5 años.
Ésta es la cara de la noticia que incomoda a la propaganda, esa misma propaganda que muestra a los suicidas asistidos como héroes, rodeados de gente que les aplaude... Pero esa imagen se desmoronaba, hace unos días, ante la aparición de unas 300 urnas en Lago Zurich, con restos mortales supuestamente de clientes de la clínica suicida Dignitas, arrojados al agua para abaratar costes. Se ha visto todo claro: en realidad, a nadie importaba la suerte de esos desgraciados suicidados, cuyos restos nadie reclamó. Pero la historia tiene su lado irónico: «Facilitar los suicidios de esas personas está bien, pero enterrarlas inadecuadamente» puede llevar al dueño de la clínica a la cárcel, comenta el blog de Wesley Smith. Es la ecología, estúpido...
Lo anormal de estos dos casos es haber superado la censura progresista, que apela al buen gusto y al pudor cuando le interesa cortar un debate bioético, e impedir que la población, especialmente la infantil, conozca alguna cruda realidad. En su edición digital, comentaba, hace unos meses, el diario The Wall Street Journal las diferentes varas de medir del New York Times, cuyo defensor del lector defendía, en abril de 2009, que se contara la verdad brutal sobre los interrogatorios de la CIA a miembros de Al Qaeda bajo la Presidencia de George W. Bush (Telling the Brutal Youth), mientras el diario suavizaba, hasta hacer irreconocible la realidad, cuando se trataba de hablar sobre el aborto con nacimiento parcial, una técnica legal en Estados Unidos, y apoyada por Barack Obama, que se practica con sólo la cabeza del niño dentro del cuerpo de la madre: si estuviera fuera, el médico estaría obligado a salvarle la vida, pero como está parcialmente dentro, aunque patalee de dolor, el médico puede perforarle la nuca y extraerle el cerebro.
La progresía sabe evitar debates incómodos. Si puedo asustarte, ¿por qué vamos a debatir?, titula un artículo, en Aceprensa, Juan Messeguer, sobre interesadas restricciones legales a la libertad de expresión, como la que padeció una anciana británica, que protestó por carta a su Ayuntamiento por una marcha homosexual en su pueblo, que calificó de «manifestación pública de indecencia», y se encontró con la ingrata visita de dos policías, por instigación al odio. Por esa ley -cuenta el Telegraph-, acaba de ser arrestado un pastor baptista, que ha llamado pecado a la práctica homosexual.
Lo habitual, sin embargo, es que no haga falta recurrir a esas medidas drásticas. La presión mediática suele generar autocensura. ¿Qué medio se atreverá a indagar, por ejemplo, qué hay de cierto en las palabras del cardenal Bertone, sobre la relación entre pederastia y homosexualidad?
Aborda el tema Forum Libertas, en Sólo el homosexualismo político defiende la iniciación sexual de menores por adultos, con abundancia de argumentos, descartados de antemano en otros medios, por anatema.
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Yo cada dia me asombro mas de la hipocresia reinante en los medios, la falta de imparcialidad y la injusticia. Da asco ver como la humanidad exige la cabeza siempre de el mas justo y deja como pequenos errores lo que hace algun tiempo a nadie se nos ocurriria pensar que es normal.
ResponderEliminarLa comodidad y la erronea idea de la libertad nos esta llevando al caos, solo el consuelo de saber que Dios esta tomando nota me hace seguir aunque sea tambaleandome a veces ante todo esto.
Un fuerte abrazo.
Oceanida: yo no me asombro, porque no existe libertad de prensa, todos obedecen a su grupo empresarial. Y lo que dictan es "no a la vida".
ResponderEliminarLa humanidad no exige la cabeza del inocente: los grupos de presión quieren hacernos creer que es así.
Tampoco creo que reine el caos: vivo esperanzada porque hay muchísima gente que no está dispuesta a que nos tomen por imbéciles.
Un abrazo, me encanta verte por aquí.
¡Totalmente de acuerdo con Quartier! No hay libertad en la prensa, en los medios se dice sólo que otros quieren que se pronuncie. Ojalá algún día los "importantes" de la prensa hagan algo para detener esto.
ResponderEliminarEs cierto, la esperanza muere al último... ojalá algún día veamos y escuchemos la verdad y no historias construidas para "calmar" al pueblo.
Un abrazo!
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ResponderEliminarEs muy triste enterarse de estas historias, como la del bebe que todavia respiraba y al final se murio :(, pero ademas de tristeza y dolor, lo que pasa en mi es un impulso a rezar mas y hacer algo, por pequeno que sea, que contribuya a promover en el mundo la cultura de la vida...parece mentira que tenga uno que luchar para que la gente defienda la vida!...gracias por invitarme a tu blog Quartier, seguro vendre a visitarte seguido. Un abrazo! Ale
ResponderEliminarBienvenida y gracias, Ale.
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