En noviembre, a las 18.15, el sol se desangra sobre Granada. Desciendo por la cuesta de Cartuja. Se oculta el rojo detrás de los edificios de Real de Cartuja; así que me dirijo rápidemente hasta la avenida del Hospicio. De nuevo lo veo, herido, sobre el Hospital Real.
Ya, en los jardines del Triunfo, saludo a María: “qué guapa estás, te queda muy bien este fondo”. Sigo su rastro por san Juan de Dios, y Gran Capitán; que vuelvo a perder en el Carril del Picón, para aparecer en Obispo Hurtado. Cruzo Camino de Ronda, José Recuerda, hasta toparme en Arabial con la verja del Parque García Lorca. Ahí permanezco un rato, contemplando las últimas pinceladas de naranja, rosa, violeta. Cuando ya es azul, vuelvo a casa sobre mis pasos. Agradecida por Tu regalo.
Ya, en los jardines del Triunfo, saludo a María: “qué guapa estás, te queda muy bien este fondo”. Sigo su rastro por san Juan de Dios, y Gran Capitán; que vuelvo a perder en el Carril del Picón, para aparecer en Obispo Hurtado. Cruzo Camino de Ronda, José Recuerda, hasta toparme en Arabial con la verja del Parque García Lorca. Ahí permanezco un rato, contemplando las últimas pinceladas de naranja, rosa, violeta. Cuando ya es azul, vuelvo a casa sobre mis pasos. Agradecida por Tu regalo.
Seguramante Dios existe. Me lo dice cada tarde con el cielo que pinta para mí.
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