Lluís Foix
La Vanguardia digital
El presidente de Google, Eric Schmidt, lo advierte sin sonrojarse. Llegará un día en que los jóvenes de hoy querrán cambiar sus nombres para borrar sus actividades juveniles en Internet, redes sociales y toda la tecnología que nos envuelve.
Eric Schmidt ha explicado al Wall Street Journal que muchos jóvenes no son conscientes de las consecuencias de tener a disposición del mundo tanta información personal sobre ellos en la red. El presidente de Google, sin embargo, lanza proyectos para disponer de nuevos instrumentos para disponer de más información sobre millones de personas en todo el mundo que trabajamos, nos lo ofrece gratis, dentro de sus parámetros tecnológicos.
Es peligroso estar tan fichado pero lo estaremos todavía más. Google ha destruido enciclopedias que duermen para siempre en las estanterías, nos ofrece gratis el correo electrónico global, no pagamos nada pero tiene un gran potencial económico a costa de nuestras actividades en la red. Lo podemos saber casi todo de todos.
Mr. Schmidt es, por lo menos, sincero: "no creo que la sociedad ha entendido qué pasa cuando todo es accesible, conocible, grabado por todo el mundo siempre y en todo lugar. Pienso que, como sociedad, debemos pensar sobre todas estas realidades." "En estos momentos sabemos, nos dice, quiénes son los usuarios, qué les interesa, quiénes son sus amigos…"
Es decir, los que trabajamos con Google somos absolutamente controlables. Hay más poder en una de estas empresas que en los servicios de inteligencia del Estado Mayor del país más poderoso de la tierra. Tenemos la confianza en que nuestros datos no se utilizarán. Qué gran candidez. Somos siervos de Google que nos ha captado suave y silenciosamente.
Una pregunta, ¿se pueden tener mil o diez mil amigos? Qué concepto tan desproporcionado de la amistad, tan poco humano, tan virtual. El Gran Hermano orwelliano es por ahora una empresa que pretende obtener el mayor beneficio posible. Pero si un día, por razones de seguridad nacional o internacional, en caso de guerra, es confiscada por un gobierno, podemos ser víctimas de nuestra sinceridad al entregar todos los datos que podrán ser utilizados en contra nuestra.
En nombre de la libertad para cultivar relaciones, podemos ser víctimas de ella. ¿Quién garantiza que el amigo 349 no va a utilizar nuestros datos? Ciertamente, hay que reflexionar y mucho sobre la realidad en la que nos movemos. Una persona que exhibe su intimidad a raudales deja de tener intimidad. Es cautivo de ella. Puede convertirse en un robot inteligente, pero robot, manejado con mando a distancia.
La verdad es que leído así en frío asusta un poco, habrá que tener en cuenta la creación de una asignatura que comprenda el ejercicio de la libertad.
ResponderEliminarMe he quedao :-(
Jo que miedo!! esto da mucho que pensar y Stephen King ya tiene argumento
ResponderEliminarSaludos