miércoles, 24 de febrero de 2010

Coherencia para educar


José María Contreras es biólogo, aunque ha dedicado su vida a las relaciones humanas, especialmente en el campo de la formación de directivos. En la actualidad es Director de Formación y Desarrollo en una multinacional farmacéutica. Está casado y tiene tres hijos. Ha impartido cientos de conferencias sobre el hombre y sus relaciones con los demás, tanto dentro como fuera de España y es autor de varios libros.

Fuente: arbil.org


¿Se piensa poco?


En muchos casos se evita pensar. Al hombre le cuesta enfrentarse a sí mismo. Ponerse delante de un espejo y "cantarse las cuarenta". Pero lo necesita para ser más feliz.


Existen dificultades, ¿verdad?


Es cierto. Hay dificultades objetivas. Pero para aquello que a uno de verdad le interesa siempre encuentra tiempo. Se evita mucho el pensar en los hijos porque los pensamientos que surgen suelen ser exigentes.


Y la prisa…


También. Pero algunas veces parece que nos guste que haya prisa. Evita otros compromisos. Por eso a la prisa se le ha dado un sentido positivo. No hace mucho, de una persona con mucha prisa se decía que era un atolondrado; ahora es una persona muy importante.


¿Que respondería a la pregunta de qué es lo primero que se necesita para educar a los hijos?


Coherencia. Hay que procurar vivir lo que uno dice. Si no la educación no vale para nada. Porque los hijos perciben inmediatamente que uno dice cosas en las que no cree porque si las creyera, las viviría.

¿Por qué parece que es más difícil educar hoy?

Podría haber muchas razones pero me gustaría centrarme en una. Estamos haciendo una sociedad en la que cada esfuerzo lo hacemos con vistas a un beneficio inmediato. En la educación no hay recompensa a corto plazo.


La sociedad tampoco es que ayude…


Es verdad, por eso hay que poner más exigencia personal: El ambiente exterior se contrarresta con presión interior; con exigencia personal.


Pero los padres no somos dioses…


Claro que no. Lo que educa no es vivir una serie de valores, sino el luchar por vivir esos valores; en eso es en lo que se fijan nuestros hijos. Nuestra intencionalidad. Ellos también saben que no somos dioses.


Es que los hijos lo ven todo.


Y nosotros tenemos que demostrarles con nuestra vida. El lenguaje de los hechos es el que más comunica. Que sepan claramente cuales son nuestras prioridades. Ellos tienen que saber las cosas por las que no pasaríamos nunca y por qué.


Muchos padres entienden por educar el dar estudios.


Es verdad. Educar no es dar una beca. Uno pone dinero y el niño estudia, pero si educar fuera sólo enseñar a los hijos a ganarse la vida, habría hijos que no haría falta educarlos ¡se la van a ganar mejor que nosotros!. Educar es algo más que dar conocimientos.


¿Qué más?


En última instancia educar es enseñar a querer. Por eso uno tiene que saber hacer atractivos los valores. Es una necesidad en la sociedad en la que vivimos. Tener referencias que nos hagan atractiva la verdad. En el caso de los hijos son los padres. Sin la ayuda de éstos lo que se haga en los colegios u otras instituciones formativas vale muy poco.


¿Cómo son las relaciones padres-hijos en la actualidad?


Como siempre, pero con algunos matices especiales y no precisamente pequeños. Hay miedo a los hijos. Miedo a exigir que en realidad es miedo a exigirme. Miedo a que se enfaden. Hay una especie de complejo de inferioridad con respecto a ellos que está haciendo mucho daño a la sociedad en general y a nuestros hijos en particular.


¿Por qué?


Porque una persona no exigida, es una persona no valorada. Uno puede dar lo mejor de uno mismo cuando es exigido: la peor venganza con una persona es no exigirle. Fracasará como persona aunque llegue a ser un brillante profesional. No se exige en muchas ocasiones en aras de la tranquilidad.


¿Y …?


Y se está confundiendo tranquilidad con paz. La paz es una consecuencia de una forma de vivir: hay paz cuando hay exigencia, cuando hay lucha por mejorar, cuando hay vida. La tranquilidad se consigue con tranquilizantes.


¿Y así no se consigue nada?


Pues siendo realistas, evitar un disgusto hoy para tenerlo mañana… y sin remedio. ¡Cuánta gente se está culpando de no haber exigido en su momento y quizás se hubieran evitado algunas situaciones posteriores! Tengamos en cuenta que una persona no educada, es decir no exigida, se convierte en una generadora de sufrimientos en el futuro. En el terreno de la educación hay mucho sufrimiento evitable.


Pero uno puede educar bien y luego "salirle mal".


Claro. Tengamos en cuenta que el hombre es libre. Podemos educar a una persona en el amor al trabajo y luego ella no trabajar porque no le da la gana. Los padres tienden a echarse todas las culpas en los temas de educación. En muchas ocasiones no llevan razón, para tener culpa hace falta intencionalidad. Si no hay intención, no hay culpa.


¿Un padre o una madre por el hecho de serlo ya son buenos educadores?


No. Además de la intencionalidad hay que formarse, conocer las etapas por las que pasa un hombre. Igual que un jefe tiene que formarse. Unos padres para educar bien deben formarse. Es fundamental. Si uno no se forma es difícil sortear la cantidad de obstáculos que nos pone la sociedad actual.


¿Por qué no se hace?


Algunos lo hacen. Otros no saben que hay que hacerlo. O no saben cómo hacerlo. Hay otros que sabiendo que hay que hacerlo y como hacerlo se dejan llevar por la comodidad. La raíz de la mayoría de los problemas que tiene la sociedad occidental es la comodidad.


¿Algo para terminar?


La educación de los hijos es de lo más gratificante que el ser humano puede experimentar. Merece la pena porque ahí se encuentra una gran parte del éxito como persona. Y depende de nosotros.

3 comentarios:

  1. Buenísimo!.
    El permisivismo es la lacra de nuestra sociedad. Amparándose en la libertad se esconde la comodidad.
    Amar es querer que el otro sea cada vez mejor y para eso en la educación hay que exigir.
    El artículo de aceprensa del 10 de febrero sobre la marcha nocturna me ha hecho reflexionar sobre un tema que en cuanto pueda publicaré.
    Un abrazo

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  2. Me ha encantado. Es verdad que muchas veces duele exigir a los hijos, pero si los quieres de verdad, si buscas su bien, si buscas que lleguen a ser hombres de bien hay que exigir. Ojalá yo sea capaz de hacerlo bien. Me ha gustado mucho el comentario final sobre lo gratificante de educar. Los padres no nos tendríamos que olvidar de verlo así, no quedarnos sólo con lo arduo de la labor, sino verlo como una gran empresa que en primer lugar nos mejora muchísimo a nosotros mismos. Ser conscientes de la bellísima labor que nos ha sido confiada.
    Un saludo
    Cristina Menéndez

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