Hacia el año 320 la emperatriz Elena de Constantinopla encontró la cruz en que murió Jesús en una peregrinación que realizó a Jerusalén. Elena y su hijo Constantino hicieron construir en el sitio del descubrimiento la Basílica del Santo Sepulcro, en el que guardaron la reliquia.
En el año 614, el rey Cosroes II de Persia, invadió y conquistó Jerusalén y se llevó la Cruz poniéndola bajo los pies de su trono como signo de su desprecio por el cristianismo. Pero en el 628 el emperador Heraclio logró derrotarlo y recuperó la Cruz, llevándola de nuevo a Jerusalén el 14 de septiembre de ese mismo año. Para ello se realizó una ceremonia en la que la Cruz fue llevada en persona por el emperador a través de la ciudad. Desde entonces, ese día quedó señalado en los calendarios litúrgicos como el de la Exaltación de la Vera Cruz.
La Cruz no es la pena, ni el disgusto, ni la amargura... Es el madero santo donde triunfa Jesucristo..., y donde triunfamos nosotros, cuando recibimos con alegría y generosamente lo que Él nos envía.
(San Josemaría, Forja, 788)
La cruz es la victoria sobre el pecado y la muerte.
ResponderEliminarMe han encantado las palabras de San Josemaría, gracias por recordarlas aquí.
Un abrazo!
Clo
Muchas gracias a ti, Clo.
EliminarY la alegria tiene sus raices en forma de cruz...como bien decía San José María, lástima que pocos conozcan este secreto de la alegría verdadera.
ResponderEliminarRocío
Para eso estamos los cristianos, para muchos lo conozcan.
EliminarGracias, Rocío.