jueves, 25 de junio de 2009

Siervo bueno y fiel

Así era como definía san Josemaría a don Álvaro del Portillo.
También le llamaba Saxum, (roca) y le dedicó estas palabras:

"Saxum! ¡qué blanco veo el camino —largo— que te queda por recorrer! Blanco y lleno, como campo cuajado. ¡Bendita fecundidad de apóstol, más hermosa que todas las hermosuras de la tierra! Saxum!"

Si hoy lo traigo a colación es porque es el aniversario de su ordenación sacerdotal. Junto a don José Luis Muzquiz y don José Mª Hernández de Garnica fueron los tres primeros fieles del Opus Dei en ordenarse sacerdotes, en 1944.

Fue el primer sucesor de san Josemaría, y primer Prelado de la Obra.


Don Álvaro, junto con Juan Pablo II son las dos únicas personas que he conocido personalmente y que están en proceso de canonización. A los dos los conocí en mi adolescencia, y los dos dejaron huella en mi alma.


Don Álvaro tenía una mirada clara, te miraba con esa cara de padre bueno que arrastraba. Si cuando estaba entre nosotros, mi comunicación con él era epistolar, tras su marcha al cielo, pasó a ser personal. Le trato como a un padre que siempre va conmigo, que me acompaña por la vida.


Siempre me gustó esta foto, en la que san Josemaría le aplaude. Creo que la fotografía fue tomada en Sudamérica, y ese día se celebraba su santo. Ante su sonrojo, san Josemaría pidió un aplauso para él.

A este padre, bueno y fiel, le pido para que todos seamos siquiera un poquito como él.

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