Dicen que el defecto nacional es la envidia. Pienso que la envidia es defecto de todos los “seres vivos humanos” que habitamos el mundo mundial. Si los españoles somos proporcionalmente más envidiosos que los habitantes de otros paises, lo ignoro. ¿Alguien sabría o podría cuantificarlo? Supongo que no.
Un defecto habitual en nuestro país es la especial capacidad que tenemos la mayoría de hablar por hablar. Parece que cualquiera se siente capacitado para sentar cátedra en cualquier foro sobre los temas más variados, sin tener la más remota idea de lo que se está hablando. Y quizá sea más llamativo aún tomarse al pie de la letra lo que pontifica el de al lado sin acudir a las fuentes o contrastar datos.
Es frecuete el ataque a la Iglesia Católica y al Santo Padre en los medios. Y casi resulta cíclico arremeter contra alguna institución de la misma. Hay temporadas que le toca al Opus Dei, otras veces los Legionarios de Cristo… ¿Estará programado?
El caso es que el que quiera conocer la verdad sobre algún tema, nunca lo ha tenido tan fácil. Es el aspecto positivo de la globalización cibernética. A estas alturas ya nadie puede hablar de “los secretos de…” en el caso de que alguna vez hubiesen existido.
Una de las mayores tonterías que he escuchado sobre el Opus Dei es que sus miembros idolatramos al fundador, incluso le rezamos. Afirmación que cae por su propio peso. Los santos no dejan de ser modelos que la Iglesia propone como ejemplo a los demás cristianos. Si son santos, es porque vivieron las virtudes en grado heroico. A los santos no se les reza. Se le pide a Dios a través de su intercesión.
Lo que los miembros del Opus Dei sentimos por san Josemaría es cariño. Gracias a su fidelidad a lo que Dios le pedía, se abrió un nuevo camino dentro de la Iglesia Católica, para que todos comprendiésemos que cualquiera puede alcanzar la santidad santificándose con su propio trabajo, sin salir de su sitio. Con su familia, con su trabajo digno, por humilde que sea.
Miles de almas en todo el mundo luchan a diario para estar más cerca de Dios siguiendo su huella. ¿Cómo no le vamos a querer?
Hoy hace 34 años que san Josemaría se fue al Cielo. Decía que si en algo quería que le imitásemos era en su amor a la Virgen. Y Dios le concedio morir así, contemplando una imagen de su Madre, Nuestra Señora de Guadalupe.
Aunque muchos no le hayamos conocido, por haber nacido despúes de esa fecha, sí que nos hemos empapado de sus escritos. Y si de algo estoy segura, es de que muchos nos hemos acercado a Dios a través de ellos.
Un defecto habitual en nuestro país es la especial capacidad que tenemos la mayoría de hablar por hablar. Parece que cualquiera se siente capacitado para sentar cátedra en cualquier foro sobre los temas más variados, sin tener la más remota idea de lo que se está hablando. Y quizá sea más llamativo aún tomarse al pie de la letra lo que pontifica el de al lado sin acudir a las fuentes o contrastar datos.
Es frecuete el ataque a la Iglesia Católica y al Santo Padre en los medios. Y casi resulta cíclico arremeter contra alguna institución de la misma. Hay temporadas que le toca al Opus Dei, otras veces los Legionarios de Cristo… ¿Estará programado?
El caso es que el que quiera conocer la verdad sobre algún tema, nunca lo ha tenido tan fácil. Es el aspecto positivo de la globalización cibernética. A estas alturas ya nadie puede hablar de “los secretos de…” en el caso de que alguna vez hubiesen existido.
Una de las mayores tonterías que he escuchado sobre el Opus Dei es que sus miembros idolatramos al fundador, incluso le rezamos. Afirmación que cae por su propio peso. Los santos no dejan de ser modelos que la Iglesia propone como ejemplo a los demás cristianos. Si son santos, es porque vivieron las virtudes en grado heroico. A los santos no se les reza. Se le pide a Dios a través de su intercesión.
Lo que los miembros del Opus Dei sentimos por san Josemaría es cariño. Gracias a su fidelidad a lo que Dios le pedía, se abrió un nuevo camino dentro de la Iglesia Católica, para que todos comprendiésemos que cualquiera puede alcanzar la santidad santificándose con su propio trabajo, sin salir de su sitio. Con su familia, con su trabajo digno, por humilde que sea.
Miles de almas en todo el mundo luchan a diario para estar más cerca de Dios siguiendo su huella. ¿Cómo no le vamos a querer?
Hoy hace 34 años que san Josemaría se fue al Cielo. Decía que si en algo quería que le imitásemos era en su amor a la Virgen. Y Dios le concedio morir así, contemplando una imagen de su Madre, Nuestra Señora de Guadalupe.
Aunque muchos no le hayamos conocido, por haber nacido despúes de esa fecha, sí que nos hemos empapado de sus escritos. Y si de algo estoy segura, es de que muchos nos hemos acercado a Dios a través de ellos.
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