sábado, 9 de mayo de 2009

Coherencia

Dice el saber popular que si no vives como piensas, acabarás pensando como vives. Esta sabia frase, unida a la capacidad infinita que tenemos los seres humanos para justificar nuestras acciones puede dar lugar a actitudes, cuanto menos, desconcertantes.

De unos padres se espera fidelidad entre ellos y a los hijos; de un médico, que cure; de una enfermera, que cuide; de una señora de la limpieza, que limpie; de un maestro, que enseñe... Y así con todas las actividades que desarrollamos.

Cuando los esposos no son fieles; cuando un médico mata; cuando una enfermera maltrata; cuando la limpiadora mete la basura debajo de la alfombra; cuando el maestro deforma... algo está pasando. Pero se hace como si no pasase nada: se acaba pensando como se vive. Recuerdo a aquella "manceba" de un señor casado que se autoconvenció de que el hombre necesitaba ser polígamo para realizarse.

Que el Papa diga en África que los preservativos no son la solución al sida, es lo que se espera. Porque científicamente, así es. Y porque la Doctrina de la Iglesia también es la que es. Y estaría bueno que el Santo Padre, no fuese fiel a ella. Que parlamentos de distintos países se planteen reprobar a Benedicto XVI por decir y hacer lo que debe... es que algo está pasando.

Seguro que a Groucho Marx nunca le explicaron qué era la coherencia antes de afirmar: "Estos son mis principios. Si no le gustan, tengo otros".

Intento tomármelo con humor, pero lo que arrastra es lo auténtico. Y lo auténtico, siempre es lo coherente. Y no sólo a ratos y depende de qué o quién:


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